Un apartamento bogotano de una familia que colecciona obras de arte
Revista AXXIS / septiembre 21 - 2021
Cuando reformamos una vivienda buscamos apropiarnos de ella. Al transformar espacios genéricos en ambientes a la medida, rediseñamos el entorno propio con una nueva arquitectura que surge de los materiales, el color, el mobiliario y, en algunos casos, la redistribución espacial y la reformulación del uso.
Este apartamento de 240 metros cuadrados, ubicado en el norte de Bogotá, fue remodelado para una familia con una vida social activa, que colecciona obras de arte. El proyecto estuvo a cargo de los arquitectos Alberto Manrique, quien dirige la firma Studio Manrique, y Esteban Duque, en cabeza de Duque Arquitectura. El diseño se hizo en asocio, mientras que la ejecución de la obra fue responsabilidad del último.
Los clientes querían implementar materiales diferentes en los baños, renovar la carpintería de madera y, en la medida de lo posible, ganar algo de altura en la zona social. Así, intervinieron el baño principal con mármol claro, tanto en el piso como en el mesón del lavamanos, para lograr una atmósfera luminosa que compensa el escaso acceso de luz natural en este espacio. Su mueble inferior lo llevaron hasta el piso para aprovecharlo como área de almacenaje y el espejo, que contiene dos gabinetes, ocupa el muro completo, de tal manera que contribuye a reflejar la mayor cantidad posible de luz. En contraste, en el social el lavamanos está definido como un volumen flotante de piedra oscura, complementado con un espejo exento con biseles metálicos.
En el diseño original, la zona social quedó configurada con una proporción alargada, lo cual significó un reto a la hora de amoblarla. Ante esto, los arquitectos propusieron un esquema que permite tener dos salas en una. En cada uno de los extremos ubicaron un sofá y una mesa de centro, y en la mitad dispusieron de dos sillas, que según la forma en la que se orienten, miran hacia un lado u otro. Una chimenea y una biblioteca aportan calidez y carácter a este ambiente.
Adicionalmente, retiraron el cielo falso para ganar altura. Separaron esta área del hall de alcobas mediante una puerta de vidrio con un marco que repite una cuadrícula, para que las visitas y reuniones sociales no interfieran con la intimidad del programa privado. En la cocina, un sistema de puertas plegables permite su integración o separación del comedor, según la ocasión.
De esta forma, cocinar puede ser una actividad familiar o colectiva, pero también una desvinculada visualmente de las demás áreas. Los arquitectos optaron por restaurar el piso de madera original. Su color cálido hace un contrapeso cromático con el tono hueso de los muros. Por su parte, el mobiliario lo seleccionaron y diseñaron con una paleta de colores que genera acentos con matices verdes y terracota. Los muebles fijos los restauraron y crearon a partir de un uso de grises y azules fríos.
El diseño de la iluminación, a cargo de la arquitecta Sandra Coca, busca dirigir la mirada hacia las obras de arte y plantea una propuesta flexible mediante un sistema de rieles que favorece la constante reconfiguración de las lámparas. Este proyecto de arquitectura interior no pretende transformar el espacio de manera excesiva. Trata de dignificar cada ambiente a través de intervenciones sutiles y controladas, en las que el uso de los materiales y el color está al servicio de crear un lugar para la reunión social y familiar.
Cinco puntos para destacar
*La remodelación obedece al deseo de tener una zona social que permita el encuentro familiar y la vida social.
*La cocina se puede abrir y cerrar hacia el comedor gracias a un sistema de puertas plegables.
*Los arquitectos retiraron el cielo falso de la zona social con el fin de ganar una mayor altura en esta área.
*El piso de madera natural fue conservado y restaurado para aprovechar la calidez que aporta al espacio.
*El color hueso de los muros permite que se comporten como un fondo neutro para la colección de arte de los propietarios.