Arquitectura dentro de arquitectura: el ‘coworking’ que funciona en una bodega
Rodrigo Toledo, arquitecto y profesor asistente de la Universidad Pontificia Bolivariana / marzo 29 - 2023
A lo largo de la historia han aparecido edificios paradigmáticos que encarnan la cultura del momento. Así, el intercambio comercial en la antigüedad dio lugar al mercado, la Ilustración en el siglo XVIII ayudó a consolidar y popularizar el museo, y la sala de cine ha reunido a las multitudes de espectadores ávidos de ser entretenidos durante los últimos cien años.
Siempre es difícil mirar con distancia crítica lo que ocurre en el momento actual, pero si nos atrevemos a reflexionar sobre cuál podría ser el edificio propio de nuestro tiempo, sería posible pensar en aquellos donde se comparten ideas, conocimiento y saberes de manera horizontal y sin jerarquías. Lo que hoy conocemos como economía colaborativa ha dado pie al coworking, un espacio para el trabajo donde las personas hacen mucho más que sentarse a trabajar.
Estos lugares suelen ser polivalentes. A diferencia de un edificio corporativo –que, como el cine, es también propio del siglo XX–, su arquitectura se concibe. Incluso se modifica a voluntad, para admitir muchas actividades. Si el cubículo es la unidad básica de una oficina convencional, aquí el mobiliario es el que permite las múltiples posibilidades de uso.
La concepción del proyecto
La empresa Open Lab le encomendó al arquitecto bogotano Antonio Yemail, director de la firma Yemail Arquitectura, un pequeño edificio en Medellín, Antioquia, para la interacción y el trabajo. Donde se pudieran hacer eventos de diferentes formatos y foros para diálogos y charlas con un café integrado.
Para este proyecto decidieron intervenir una bodega en el barrio Manila, uno de los sectores que recoge más turistas en la ciudad durante todo el año. Las características del encargo requerían una arquitectura que admitiera muchas formas de usarse y ocuparse, con zonas definidas según su función. Integradas al mismo tiempo, con el fin de promover el intercambio.
De esta manera, Open Space aprovecha la condición industrial de la construcción existente para proponer una espacialidad que se genera a partir de piezas de pequeño y mediano formatos. Donde las fronteras entre la arquitectura y el mobiliario se desdibujan en favor del movimiento y la flexibilidad.
El propósito del lugar
Se trata de un coworking, pero también de un café que recuerda las tiendas de barrio. Un lugar para trabajar que al mismo tiempo se comporta como un auditorio intermitente. Una pista abierta para que los turistas tomen clases de salsa.
La reforma de la bodega implicó la demolición de los altillos y escaleras existentes. El espacio se vació por dentro para recuperar y destacar el cascarón conformado por cuatro muros perimetrales y un techo a dos aguas, a doble altura, sostenido por cerchas. Nivelaron el piso para vaciar uno nuevo de concreto pulido. Este unifica todas las áreas del primer nivel, y en la cumbrera de la cubierta abrieron una claraboya que permite el acceso de la luz solar y reduce la necesidad de iluminación eléctrica durante el día.
Los espacios del coworking
Una segunda arquitectura aparece después, hecha de madera. En los extremos de la planta construyen dos mezanines: el primero, hacia el acceso, cubre el café y los baños nuevos. Al hacerlo crea un umbral de entrada. El segundo, en la parte posterior de la bodega, define una sala para reuniones en el primer nivel.
Zonas abiertas para el trabajo fueron ubicadas en el segundo piso, sobre los mezanines, de tal forma que se integren visualmente a partir del vacío central. En medio, entre ambas estructuras, se dejó un espacio despejado con mesas y jardines.
Uno de los bordes lo ocupa una tribuna que ofrece maneras distintas de sentarse y que se convierte en escalera. A la ortogonalidad de la construcción original se superpone una segunda geometría girada a 45 grados.
La obra de Yemail, y ciertamente este proyecto, propone una arquitectura interior que no se piensa desde las modas o las tendencias pasajeras, sino desde los hábitos y el uso del espacio. Sus trabajos no buscan los lugares comunes del diseño interior, sino que persiguen la idea, casi en forma obsesiva, de que dentro de una cosa puede haber otra, y que dentro de una arquitectura puede construirse otra diferente, que al sumarse dan nuevas maneras de dignificar la cotidianidad.
Si lo propio de nuestro tiempo es el movimiento y el intercambio de ideas, la respuesta que este arquitecto nos ofrece a esa realidad cultural es una arquitectura que se mueve entre los muebles y los muros, entre lo rígido y lo flexible: una arquitectura intermedia, entre una cosa y otra.
Cinco puntos para destacar
1. Para este proyecto reutilizaron una bodega industrial, gracias a las posibilidades de ocupación interior que ofrecía.
2. La vocación turística del sector atrae a este lugar un público internacional.
3. Open Space fusiona áreas de trabajo con un café y un espacio múltiple para eventos de todo tipo.
4. La madera, tanto en acabados como en elementos estructurales, domina la expresión de la intervención.
5. Con esta obra, Antonio Yemail insiste en hacer proyectos de diseño interior donde se construye una arquitectura dentro de otra existente.
Espectacular!!! Me encanta Antonio Yemail y su creatividad! Me encanta como logra la transformación sostenible de un espacio!
Un ambiente de trabajo, pero a la vez de relajamiento bien logrtado, que incluso podria haber sido mayor aprovechado en su concepto, en un sitio con menor costo, donde quienes alli trabajen, no requieran, ni deseen salir de su espacio para pausas activas.