Considerado uno de los entornos acuáticos más idílicos del mundo, en un país consciente y conocedor del diseño y la arquitectura, el lago Ginebra tiene su ribera –compartida entre Suiza y Francia– salpicada de grandes villas y mansiones.
Desde el siglo XIX, las residencias de época con sus prados impecables, cobertizos para botes y sofisticados jardines definen el paisaje que se vive frente a estas aguas. Una irrupción en este escenario es la Casa 26, que se yergue como una escultura de Richard Serra en Thonon, un pequeño pueblo cerca de Evian en la orilla francesa del lago.
La casa, de 540 m2 distribuidos en tres niveles, ocupa un terreno de 2.000 m2 y es una realización del Menta Group, compañía establecida por Marc Dee, un promotor inmobiliario suizo que emprende notables proyectos de arquitectura contemporánea.
De niño, Dee frecuentaba esta región en sus excursiones de pesca: “La primera vez que vi el sitio no tuve intenciones de construir nada allí –dice–, el lote era una pequeña y estrecha franja de tierra que alguna vez fue una huerta, atravesada por una tubería de alcantarillado, pero sabía que era excepcional porque se trataba del último terreno que estaba sin edificar”.
Con dos casas contemporáneas en Zúrich y Lausana, y un apartamento en Madrid, realizados por Menta Group, Dee resolvió seguir adelante con el proyecto. “Vimos que se podía enfatizar la forma del terreno orientándolo todo en sentido longitudinal, haciendo la casa lo más larga posible”. Y ese fue el reto.
El suizo encargó la tarea a los arquitectos Michael Widrig y Daniel Kaufmann, de Zúrich, quienes anteriormente trabajaron con Gigon- Guyer Arquitectos –Widrig también colaboró en el estudio Herzog y de Meuron–. “La idea era crear una casa campestre sencilla, pero acogedora para una familia de cuatro miembros. Debía ser extremadamente larga y estrecha en sus dos pisos”, explica.
Así mismo, era necesario enmarcar la espectacular vista del lago hacia el norte y permitir la entrada de luz y el sol por el sur. En Austria, Dee encontró un equipo de carpinteros galardonados que desarrollaron los paneles de proporción industrial de pino alerce para recubrir todos los muros y cielos rasos.
Escogieron este material porque crece localmente y el revestimiento de madera es una característica tradicional de las viviendas alpinas. El tratamiento de inmunizado con aceite también hace referencia al interior de un barco.
La fachada y el techo son de acero negro que con el tiempo adquiere una pátina de óxido y que recuerda los cobertizos de botes de la región, algunos de los cuales son de lámina metálica corrugada.
Widrig y Kaufmann determinaron ubicar la casa de cinco ambientes a seis metros de la orilla para dar una sensación “semiurbana”. El arquitecto suizo Nicolás Hühnerwadel diseñó el jardín como la versión contemporánea de un parque francés con gravilla, sicomoros y arbustos de boj. Una baranda original del siglo XIX, vieja y oxidada, bordea el sendero hacia el lago.
Dee la mantuvo para “señalar la ambigüedad de la arquitectura contemporánea que se oxida y envejece con el tiempo como sucede con el entorno burgués, con su aire tradicional y ligeramente decadente”.
Adentro, el enchape de madera proporciona una calidad acústica de sala de conciertos, y las claraboyas y ventanas inundan de luz cada habitación. Sin embargo, el plato principal es la sala de estar de nueve metros de altura, con sus enormes ventanales como de catedral que se abren hacia el lago, la bahía y el malecón.
En el sótano hay un sauna, y subiendo las escaleras se encuentran tres alcobas idénticas y el rincón preferido de Dee, la galería donde instaló el escritorio para sentarse a ver pasar los pasajeros de Lausana que vienen y van.