¡Qué orgullo! Una de las casas más destacadas de los Estados Unidos fue diseñada por una colombiana
Fotografías: Karin Kohlberg. Texto: Andrés Ramírez. / junio 5 - 2014
Salt Point se encuentra a dos horas de camino de Manhattan, en medio de un bosque frondoso que crece a la orilla del río Hudson. Esta apacible localidad es reconocida por los caballos de carreras que allí se crían y por su arquitectura de tradicionales chalets americanos. Pocos elementos se apartan del molde estético del lugar.
La casa de campo de la reconocida galerista colombiana Cristina Grajales y la abogada de Nueva York Isabelle Kirshner rompe con la monotonía del paisaje a través de una arquitectura contemporánea contundente que no pretende competir ni esconderse dentro del bosque.
Después de pasar varios veranos visitando la región durante los fines de semana, esta pareja decidió construir su propia vivienda, la cual debía cumplir con unas muy particulares condiciones estéticas y funcionales. Ellas buscaban construir una casa pequeña en área (205 m2), confortable y fácil de mantener.
“Fue una maravillosa experiencia participar de manera activa en el diseño de nuestra propia casa de campo. Gracias al eficiente trabajo en equipo que hicimos con nuestro arquitecto, logramos plasmar en ella todas las caraterísticas estéticas que nos identifican”, dice Cristina Grajales.
Cristina trabaja en el más alto nivel del arte decorativo y la arquitectura de Nueva York. Este conocimiento estético le permitió tomar la más importante decisión: escoger a Thomas Phifer, un cotizado arquitecto de Nueva York, para que diseñara el proyecto. Phifer, quién por años trabajó como socio del famoso arquitecto Richard Meier -con quién Cristina ha desarrollado diferentes proyectos-.
Phifer se inspiró en los contenedores industriales de los barcos para crear un espacio sugestivo y dramático. Propuso un volumen rectangular recubierto con una piel de acero inoxidable (paneles corrugados de gran formato) que filtra la luz a través de pequeñas perforaciones que protegen las fachadas norte y sur del sol extremo del verano y de los vientos gélidos del invierno.
En el interior los pisos, paredes y techos están recubiertos con paneles de madera prefabricada clara, factor que le aporta a la vivienda una continuidad estética y a la vez mayor calidez. La casa posee una distribución sencilla. La zona de servicio, compuesta por dos baños, cocina y depósito, se encuentra en el centro del espacio, dividiendo la entrada principal del área social en la primera planta.
El acceso se abre a un espacio de doble altura con una escalera de madera sin contrahuellas que conduce a las dos habitaciones y al estudio del segundo piso.
Las habitaciones se encuentran orientadas hacia el oriente, con una vista privilegiada sobre un lago privado. Una serie de claraboyas circulares dispuestas en zonas estratégicas como el baño y el estudio proveen una adecuada intensidad de luz al interior. Una plataforma de vidrio templado sobre el corredor del segundo piso permite el paso de la luz hacia la cocina ubicada en la primera planta.
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La zona social se encuentra en un solo espacio. La cocina se integra a la sala y al comedor, espacio que a su vez se comunica con una estancia semi-exterior que en primavera y verano se utiliza como comedor y zona de descanso.
La sala cuenta con una chimenea escultural en forma de cubo, con un buitrón metálico a la vista. La iluminación interior es provista por una serie de tubos de neón sutilmente escondidos que reafirman el carácter industrial del ambiente. Los tomacorrientes e interruptores se encuentran en el piso para no interrumpir con la continuidad de los paneles de madera.
Por su novedosa arquitectura contemporánea, por la capacidad de síntesis y por su eficiencia medio ambiental, Salt Point, la casa de campo de Cristina Grajalese Isabelle Kirshner fue premiada en 2008 como la mejor casa de campo de los Estados Unidos, por el Instituto de Arquitectos Americanos (AIA por su sigla en inglés).
“Esta casa representa todo lo que somos. Es nuestro lugar de descanso, el espacio íntimo donde nos alejamos del ruidoso Manhattan y nos inspiramos cada fin de semana para seguir adelante con nuestras vidas”, concluye Cristina.
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