Bajo el cielo, la casa de campo con la mejor vista de todo Latinoamérica
Rodrigo Toledo / mayo 15 - 2020
Una de las variables que más incide sobre la forma y espacialidad de una obra arquitectónica es la función. La manera como usamos el espacio determina el orden lógico en el que este es organizado y construido.
La dimensión funcional, en gran medida, separa a la arquitectura de otras expresiones materiales como la escultura, es lo que le imprime un sentido utilitario.
Sin embargo, en ocasiones aparecen encargos que no buscan satisfacer un sentido práctico sino afectivo. Es el caso de los monumentos en las ciudades que recuerdan hechos históricos o de los miradores ubicados en paisajes de
interés turístico, que sirven solo para contemplar el espectáculo que ofrece la geografía. Lo anterior ocurre en este proyecto, ubicado en Jilotepec, México, diseñado por Lorenzo Álvarez Arquitectos.
Como complemento a una casa de campo, este pabellón transparente está construido para habitar un jardín y mirar al cielo. Su propósito es definir un espacio que proteja a las personas del clima y que establezca un vínculo entre estas y la vegetación.
El área utilizada para su elaboración la ocupaba una cancha de tenis, en desuso. Sobre ella levantaron un basamento de piedra coronado por muros y techos translúcidos, armados en estructuras de acero revestidas con vidrio.
El proyecto alberga solo dos ambientes, un salón y un lugar para cultivos, con un baño cada uno; de esta forma mezclan elementos de la arquitectura doméstica con la materialidad de los invernaderos tradicionales de los jardines ingleses.
Los volúmenes translúcidos de las estancias contrastan con los muros de piedra que contienen los servicios. Los techos forman una secuencia de pendientes que recuerda las cubiertas en diente de sierra, propias de las instalaciones industriales agrícolas rurales. Por las noches el invernadero se puede utilizar como un mirador orientado hacia el cielo estrellado, mientras la iluminación interior lo convierte en una caja de luz entre los árboles.
Este proyecto surge del deseo de disfrutar la floresta, su construcción no obedece a un fin útil sino al placer de convivir con el paisaje. Su función no va más allá de mirar al follaje verde que le rodea, de sentir la luz del sol. Es un lugar para la contemplación, el descanso y el encuentro familiar bajo el cielo.
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