Espacios ambivalentes, la característica de esta casa de descanso en Anapoima
Rodrigo Toledo, arquitecto y profesor asistente de la Universidad Pontificia Bolivariana / enero 4 - 2023
El espacio doméstico tiene muchas manifestaciones. Cuando está mediado por operaciones inmobiliarias urbanas, produce una forma de vida tipificada en apartamentos construidos de manera serializada.
Áreas generalmente reducidas y en comunidades densas que comparten zonas comunes y servicios. Por el contrario, la domesticidad suburbana –aquella que se construye en las periferias de las ciudades, en condominios y parcelaciones privadas– procura ocupar el suelo con un modelo de baja densidad y casas aisladas rodeadas por vegetación.
Si bien en la primera pesa la idea de la arquitectura como un condensador social, en la segunda lo importante es la relación del espacio doméstico con el paisaje.
El propósito de su construcción
Esta casa, diseñada en Anapoima, Cundinamarca, por la firma bogotana Dosm Ingeniería y Arquitectura, en cabeza del arquitecto Libardo Mora, se dispone como un cuerpo horizontal en medio de su entorno. Este con el fin de capturar el paisaje de forma panorámica y establecer relaciones directas con la geografía que le rodea.
Con 900 metros cuadrados de área construida, el encargo nace a partir del deseo de una pareja adulta de vivir en una casa de descanso. La que tuviera espacios específicos que habían tenido en diferentes propiedades a lo largo del tiempo y, también, que habían querido tener. De cierta forma, este proyecto es una colección de ambientes que han marcado la vida de sus habitantes.
La arquitectura de la casa se configura a partir de una planta en forma de L abierta en un ángulo obtuso. Además, donde la zona social se concentra en uno de sus lados y cuatro habitaciones para huéspedes se agrupan en el otro.
Distribución espacial de la casa
La volumetría del proyecto define el acceso como un semipatio abierto, contenido parcialmente por dos muros de piedra dispuestos de manera perpendicular. Al atravesar estas paredes pétreas, un espejo de agua animado por vegetación tropical y piedras hace las veces de vestíbulo a cielo abierto.
Mora propone aquí una manera de acceder a la casa que no pasa del exterior al interior de forma inmediata. Construye una secuencia en la que paulatinamente se trasciende desde afuera hacia adentro. El sonido del agua, producido por una cascada que emana de uno de los muros, acompaña este momento espacial.
Al entrar, la casa ofrece una mirada abierta del entorno, pues la zona social queda contenida entre dos cajas de madera y una cubierta plana que enmarcan el lugar, casi como una pantalla de cine. Las cajas de madera albergan la cocina y un estar de televisión. Éstas se definen como ambientes separados pero integrados al mismo tiempo con el comedor y el salón. Todas las áreas de este espacio se vinculan directamente a la piscina, que configura el primer plano del paisaje y que se complementa con una sala cubierta por una pérgola.
Colección de espacios
Las alcobas de huéspedes, en el otro lado de la planta, se conectan entre sí mediante un corredor abierto que obliga a quienes circulan a transitar en medio de un jardín. Cada habitación tiene salida hacia el exterior.
El segundo nivel de la casa contiene la alcoba principal, cubierta por una bóveda de ladrillo que genera un contraste espacial con el resto de las áreas de la vivienda. Aquí, además, aparece la colección de espacios que la pareja encargó al arquitecto. Así, la habitación disfruta de una terraza, una sala de televisión privada, un spa y una zona para hamacas.
La arquitectura de este proyecto propone una vida doméstica en la que el paisaje se observa desde el interior, pero se integra también a él. Desde su acceso se desdibuja la idea de estar adentro o afuera y se propone una situación espacial ambivalente. La presencia de la vegetación, las rocas dispuestas como esculturas y el sonido del agua introducen el entorno a este hogar para crear un paisaje habitable.
Hermosa casa