Una casa en Llanogrande diseñada para la vida doméstica y el arte ecuestre
Fotografía: Carlos Tobón Producción: Ana María Zuluaga Texto: Rodrigo Toledo. / junio 27 - 2018
La vida doméstica es uno de los grandes campos del ejercicio de la arquitectura. El espacio íntimo y colectivo de las dinámicas familiares suele encontrar respuestas espaciales tipificadas, comprobadas y repetidas.
Es fácil asumir que todos vivimos más o menos de la misma manera, con necesidades similares. Así mismo, resulta sensato pensar que todas las casas se parecen; todas tienen lugares para el descanso, la privacidad, la reunión, el cuidado del cuerpo, etc. Pero en ocasiones el arquitecto se enfrenta a un encargo atípico, a un proyecto que desestabiliza la noción estandarizada de una residencia.
Este es el caso de Juliana y Sebastián Vallejo, y Luis Ignacio Franco, arquitectos del estudio IM3D Arquitectura-, quienes diseñaron este proyecto ubicado en Llanogrande, a las afueras de Medellín. La pasión de sus habitantes por el adiestramiento clásico de caballos fue el punto de partida para el diseño. Se trata de una casa concebida y cualificada desde las particularidades de la doma de esos animales. Una arquitectura en la que las personas conviven de manera cercana y estrecha con ellos.
La solicitud inicial consistía en un picadero de medidas reglamentarias, pesebreras y un pequeño lugar para cambiarse y prepararse antes de montar. Durante el proceso creativo entre clientes y arquitectos, el proyecto evolucionó hasta definirse como una casa integrada a los espacios para los equinos.
Una serie de construcciones diferenciadas que comparten un mismo lote atravesado por senderos para recorrer a caballo.
El picadero se conforma a través de una cubierta construida por segmentos inclinados en estructura y teja metálica. La posición variable de estos cascarones define un ritmo de alturas que anima el espacio que cubren y permite al mismo tiempo abrirse parcialmente al cielo para introducir luz y ventilación naturales. Una pequeña tribuna a la que se accede por medio de un puente funciona como un palco sobre el picadero.
Usualmente estas edificaciones tienen una arquitectura clasicista que hereda las formas de su linaje europeo; o bien se conciben simplemente como grandes techos a dos aguas desprovistos de intenciones arquitectónicas potentes. La apuesta de IM3D Arquitectura se enfoca en dotar este lugar de atributos espaciales y materiales que lo destaquen dentro del conjunto. El recinto de los caballos asume un papel protagonista en el proyecto.
Enfrentadas al picadero aparecen ocho pesebreras agrupadas en un volumen de concreto vaciado a la vista, al que se adosa la estancia del mayordomo y zonas de servicio. Junto a este cuerpo se emplaza la residencia.
En un solo nivel se resuelve toda la casa, ocupando de manera horizontal la topografía de la parte baja del lote. Un muro diagonal recibe a quienes acceden al área social, donde el salón y el estudio se comunican con una cocina abierta bajo un tragaluz y se abren a una terraza cubierta por una secuencia de pórticos que conforman una pérgola.
Un corredor acompañado de un jardín lineal interior y de un muro construido como gavión –mampostería de piedra sin tratamiento contenida en mallas metálicas– conecta la zona social con las habitaciones. Dos espejos de agua cruzan la casa transversalmente. El primero se vincula con el salón a través de un ventanal que se abre completamente en una de las esquinas del volumen.
El segundo, junto con un muro revestido de vegetación, separa el cuarto principal de las otras alcobas para darle privacidad. La presencia del agua en el proyecto ayuda a zonificar el espacio, pero también amplifica el sonido de la lluvia y conecta los jardines que entran y salen de la construcción.
La sobriedad del diseño de la morada y las pesebreras dialoga con el vigor del picadero en una arquitectura que utiliza la geometría y los materiales para incorporar al entorno los sonidos del agua y el olor de los caballos.