Una diseñadora colombiana convirtió este granero abandonado en una casa
Mónica Barreneche / agosto 24 - 2023

“Lo que realmente se compró fue un terreno baldío, con un granero abandonado y una gran vista sobre la costa lejana de Santander”, cuenta la diseñadora de interiores colombiana Francisca Trujillo, quien reside en Nueva York. Ella estuvo a cargo de la renovación de esta antigua construcción en Entrambasaguas, municipio de la comunidad autónoma de Cantabria (España).

En una carrera contra el tiempo debido a los cambios drásticos del clima, los futuros habitantes de esta residencia de campo le dieron carta blanca a la diseñadora para que ejecutara el proyecto.
Desde el diseño arquitectónico hasta el más mínimo detalle del interiorismo, Trujillo logró desarrollar con éxito un lenguaje que conecta el origen de la casa montañesa con las necesidades y el estilo cosmopolita de sus propietarios.

“El reto consistía en construir una casa nueva dentro de los muros de piedra existentes”, afirma la diseñadora. Muros que sugerían haber sido pilares, años atrás, de una típica vivienda popular cantábrica, de esas conocidas por su múltiple funcionalidad: resguardar el ganado, almacenar la cosecha en la primera planta y acomodar a sus habitantes en la segunda.
Después de demoler su interior por completo, Trujillo y el equipo de arquitectos regresaron a la propuesta inicial de dos plantas, pero modificaron en su totalidad el concepto preexistente. Este proceso comenzó como un juego de Tetris, debido a que en un espacio relativamente reducido —260 metros cuadrados— la distribución debía ser estratégica para albergar, en forma armónica y funcional, cuatro habitaciones, tres baños, cocina, comedor, sala y cuarto de ropas.

Vestir este esqueleto arquitectónico representó un gran reto para ella, aunque no era la primera vez que trabajaba para estos clientes, pues ya había diseñado dos de sus apartamentos urbanos. Sin embargo, esta era una nueva etapa en la vida de los propietarios de la residencia, por lo que se requería un enfoque distinto.

“Algo característico de los proyectos que llevan mi firma es que suelen ser un carnaval de colores, pero aquí, al ser una casa de campo, decidí bajar los tonos y utilizar maderas y piedras que se mimetizan con el entorno”.
Detalles del diseño de la casa
El movimiento dentro de la casa es sencillo y marcado por los espacios que, si bien están completamente incrustados en la montaña, se viven en forma contemporánea. Todo está integrado y modernizado para no perder la conexión con el mundo exterior, a pesar de ser un refugio campestre. Desde la cocina y sus apliques, hasta la iluminación y los acabados arquitectónicos, se escogieron con la intención de suavizar la transición de la ciudad al campo.

Uno de los grandes aciertos de Trujillo está en la selección del mobiliario, en especial de la mesa de comedor y su forma triangular para seis comensales. Cuando no se cuenta con áreas grandes resulta esencial aprovechar el espacio tanto funcional como estéticamente, y la mesa permitió lograr este objetivo. También sobresalen las camas con cabeceros textiles, para darles calidez a las habitaciones sin necesidad de llenarlas de objetos.

Paredes de un verde pálido, casi imperceptible, conviven a la perfección con el arte, libros y objetos que narran una vida que ha transcurrido por diversas partes del mundo. Un hábitat que, al abrirse al campo, permite contemplar una versión moderna de esas casas cantábricas que todavía conservan en su fachada el trabajo artesanal y rústico de sus orígenes.

Cinco puntos a destacar
1. La nueva arquitectura plantea un lenguaje que conecta el origen de la casa con las necesidades actuales de sus dueños.
2. Luego de demoler el interior, propusieron una distribución de todo el programa en dos plantas.
3. La diseñadora optó en este proyecto por materiales como maderas y piedras, para que la casa se mezcle con su entorno.
4. Dentro del mobiliario sobresale el comedor por su forma triangular, pensado para aprovechar al máximo el área.
5. Si bien es una casa en la montaña, su interiorismo sugiere una vida contemporánea.