Diseño Arquitectónico: Juan Pablo Ortiz
Concreto: Argos
Vidrio: Ventanar
Acero: Tecnoglass
Sobre el Concreto:
A mediados del siglo XIX se desarrolla el concreto reforzado, un material compuesto, que mezcla, por un lado, concreto (material cementicio, conformado por agregados de piedra, arena y agua, que funciona muy bien a compresión) y, por otro, un alma de acero (material flexible y dúctil y de excelente respuesta a la tensión).
A partir de la unión de estos dos se genera un material nuevo, adaptable, resistente tanto a la tensión como a la compresión, fuerte y elástico a la vez, que permite una enorme flexibilidad a la hora de diseñar y construir un edificio.
Su versatilidad produce gran variedad de resultados, como puentes que logran salvar enormes luces (el viaducto de Millau, Francia, obra de Norman Foster, es un excelente ejemplo), rascacielos de gran altura (la estructura del Burj Al Arab en Dubái está hecha en este material) o edificios de curvas y formas sinuosas, como la iglesia de Notre Dame du Haut en Ronchamp, diseñada por Le Corbusier, el museo Niterói de Oscar Niemeyer en Río de Janeiro o la Capilla del Gimnasio Moderno en Bogotá, para tener un ejemplo más cercano.
Esta versatilidad y sus posibilidades artísticas hacen del concreto un favorito de los arquitectos; grandes personajes de la historia de la arquitectura como Le Corbusier, Oscar Niemeyer, Alison y Peter Smithson, Lina Bo Bardi y más recientemente Tadao Ando han construido sus carreras experimentando con su uso. La máxima expresión de esta experimentación llegó con el brutalismo, una corriente arquitectónica muy fuerte en el siglo XX que giró casi exclusivamente en torno a este material y que aún tiene muchos adeptos.