Este claustro en Bogotá convive con la naturaleza, la ciudad y la comunidad
Carolina Lineros Orduz / marzo 21 - 2023
Nota: Este artículo apareció en la portada de nuestra revista impresa de marzo de 2023. Haga clic aquí para conocerla.
Un concurso privado de la Sociedad Colombiana de Arquitectos –SCA–, lanzado en 2017, fue el inicio de este proyecto. Este tenía como fin unir las sedes del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño –Celam– y el Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe –Cebitepal–.
La primera, fundada en 1955 por el papa Pío XII, había elegido a Bogotá como sede para albergar el brazo diplomático y administrativo del prelado latinoamericano. La segunda, un campus extenso en un área suburbana y lugar del concurso. Poseía una importante biblioteca y un archivo, y fueron estos últimos el punto de partida para la propuesta arquitectónica del nuevo espacio.
La concepción del proyecto
Para el diseño de este edificio, que une las dos funciones mencionadas, los responsables del diseño –las firmas FBD Arquitectura y Diseño Urbano, Fiallo Atelier, MAS Arquitectos y el arquitecto Camilo Esguerra Solano– se valieron de la huella que existía en el campus. “Dejamos la biblioteca original mientras hacíamos la obra, para –luego de finalizada– derribarla y pasar los libros y archivos al nuevo espacio”, explica el arquitecto Felipe Bermúdez Durana, de FBD Arquitectura y Diseño Urbano.
La biblioteca se convirtió en un espacio invisible dentro de la propuesta. El hogar privado de los textos de consulta del Cebitepal. Esto como un regreso a la antigüedad, cuando catedrales, monasterios y conventos se atiborraban de libros para su uso particular litúrgico y doctrinal.
No obstante, esta idea de dejar la huella intacta de la biblioteca permitió que tres espacios fueran los elementos en torno a los cuales se estructura el proyecto final –la obra estuvo a cargo del padre Adolfo Vera–. Se trata de un claustro que evoca los monasterios, rodeado por los dormitorios de visitantes y residentes –las partes más privadas–; una plaza en el centro, que funciona como atrio para la capilla, y un patio con jardín, que define la parte inferior.
Alrededor de este último espacio, están las oficinas, las aulas y el auditorio, las áreas más públicas y, por lo tanto, en cercanía a la entrada y en relación directa con la ciudad.
Espacios directos y fluidos
“La idea principal era mantener la memoria de la montaña, creando un nuevo edificio que invita a la contemplación. Respetuoso con el entorno, este se escalona, se adapta a la topografía. Buscamos oportunidades para desarrollar relaciones directas y fluidas entre los espacios interiores y exteriores. El tono sagrado del edificio proviene de una arquitectura muy austera donde el ladrillo es el material protagonista. Utilizado en diferentes estrategias que exploran el juego entre la sombra y la luz”, explican los responsables del diseño.
A pesar de ser estructuras arquitectónicas diferentes, es inevitable establecer una referencia con el convento Santa María de La Tourette. Esta es una de las últimas obras completadas en Europa de Le Corbusier –uno de los maestros de la arquitectura moderna– y considerada por muchos como su programa más único.
Detalles del edificio
Por otra parte, podríamos también encontrar una relación en la concepción de las celdas monacales como un mecanismo de visión y control del territorio. Al igual que las encontradas en la Cartuja de Ema, cerca de Florencia, Italia.
Un monasterio de la Orden de los Cartujos del siglo XIV, situado en el suburbio de Galluzo, donde se encuentra una combinación ideal de célula privada –la celda monacal– y el habitar común. A su vez fue un referente importante no solo en la concepción del convento de La Tourette, también de los inmuebles-villa y los posteriores proyectos.
En el caso del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño es claro el uso de la celda para enmarcar las vistas, entendiendo al habitante más desde la mirada que desde la vida, y constituye otra manera de buscar la posibilidad de tener la naturaleza en el interior.
Asimismo, la obra incorpora elementos biofílicos en su diseño: naturaleza dentro de los espacios –vegetación y agua–, iluminación natural –juego de luces y sombras–, flujo de aire –circulación del mismo y confort térmico–, acceso físico y visual al paisaje circundante, y organización espacial que prioriza el bienestar de los usuarios. Por otro lado, al igual que en la Cartuja, en este proyecto el programa compatibiliza vida individual y colectiva, naturaleza y artificio.
Cinco puntos para destacar
1. El claro uso del monasterio como tipología arquitectónica y referente para la conceptualización del proyecto.
2. La conexión con la naturaleza, la ciudad y la comunidad a través de los tres espacios abiertos: claustro, plaza y patio.
3. La incorporación de elementos biofílicos en el diseño, como la naturaleza dentro de los espacios o la iluminación natural.
4. La importancia de la celda monacal como un mecanismo de visión y control del territorio.
5. El uso del material predominante, el ladrillo, como elemento conector con Bogotá.
Gran satisfacción y gusto al detallar estos edificios al servicio de nuestros queridos Obispos.
[…] historias de este edificio cuentan, por ejemplo, que Simón Bolívar se instaló en el convento con su regimiento al entrar las tropas libertadoras a Cartagena. O que en el curso de la guerra de […]