Frente de lucha: las clínicas colombianas fueron los primeros espacios en adaptarse a la pandemia
Camilo Garavito. / noviembre 23 - 2020
«Inicialmente, todas las medidas tenían un carácter temporal –recuerda Luis Eduardo Cavelier, gerente general de la Clínica de Marly, en Bogotá, a propósito de la irrupción de la pandemia en nuestra realidad–. Cambiamos las camas de cuidados intensivos para pacientes COVID-19, adaptamos el servicio de recuperación para atender cuidados intensivos de pacientes no-COVID, luego preparamos la unidad de quimioterapia para recibir pacientes hospitalizados…”.
Las clínicas y los hospitales fueron los primeros espacios que debieron adaptarse de manera estructural para responder a la crisis sanitaria derivada de la actual pandemia. Atender la emergencia de una enfermedad de muchas maneras desconocida e impredecible fue el reto inicial. Hoy, ocho meses después de su irrupción, el desafío continúa, esta vez con un horizonte de tiempo mucho más extenso.»
Así como el atentado a las Torres Gemelas cambió el mundo, nuestra manera de viajar, la seguridad en los aeropuertos… así será el impacto de la llegada de la COVID-19 para el sistema sanitario –afirma el doctor Cavelier–. Vendrá sin duda una transformación profunda en la normatividad, habrá inspecciones más estrictas a los sistemas de ventilación, mayor rigor en el control de las zonas aisladas y un refuerzo sustancial en la señalización”.
En la misma línea se expresa el arquitecto Rodrigo Samper, diseñador de los nuevos espacios interiores de la Clínica del Country, al norte de Bogotá. «El control a los visitantes será más estricto, tendrán que hacerse mayores esfuerzos para garantizar la asepsia de todas las zonas, segregar accesos y circulaciones”. Generar este manejo adicional a un sistema de por sí extremadamente complejo será el reto de las instituciones hospitalarias para el futuro próximo.
Además de esto, enfatiza Samper, se profundizará en la utilización de materiales diseñados para evitar microorganismos, y se deberá trabajar en mejorar la ventilación de los espacios. «La peste de comienzos del siglo XX se acabó de esa manera, garantizando corrientes de aire, opciones de ventilación”. Esto, según el arquitecto, se complementará con una tendencia que ya venía instaurándose en este tipo de lugares: la preocupación por el bienestar y la tranquilidad de las personas. Áreas con M iluminación natural, mayor contacto con la naturaleza, colores frescos que generen un ambiente agradable, amigable con el ser humano.
Coincide con Samper el arquitecto Daniel CY Bonilla, fundador del Taller de Arquitectura de Bogotá (TAB) y diseñador del nuevo Centro Médico Los Cobos, en Bogotá. «Hoy se privilegia la eficiencia. Las unidades son compactas por condiciones de asepsia, la iluminación importa poco y la ventilación suele ser mecánica por cuestiones de control de contaminación de aires”. El reto, según Bonilla, es que estas instituciones se humanicen y se centren en un concepto más general de bienestar humano. «Esto depende del espacio físico y de la calidad de la atención”.
Apuesta también por la búsqueda de espacios ventilados e iluminados de manera natural, y por un contacto más cercano con la naturaleza, con materiales cálidos y amables que den una sensación psicológica de bienestar. Puesto que una de las particularidades de esta pandemia es que generó desconfianza, «resulta fundamental ofrecer otro tipo de ambientes, de los cuales carecen hoy la mayoría de los hospitales: de encuentro, abiertos, adecuadamente ventilados, que permitan interactuar y construir confianza”.
Bienestar, confianza y tranquilidad, conceptos que deberán conjugarse con seguridad, control, asepsia y segregación. Un reto monumental para clínicas y hospitales en esta nueva normalidad.✱