Concreto y madera: los materiales del futuro para todas las construcciones
exto: Camilo Garavito Fotografía: Juan Fernando Castro, cortesía Office of Design / febrero 26 - 2018
Ubicada en el norte de Bogotá, en las faldas de los cerros orientales de la ciudad, esta casa se inserta en un tejido urbano eminentemente residencial, caracterizado por sus construcciones bajas y de tipología aislada. Este volumen de dos plantas, apoyado sobre un semisótano que le sirve de basamento, se libera de sus vecinos permitiendo el constante contacto con su entorno y la entrada de iluminación natural por sus cuatro costados.
Diseñada por la arquitecta Ana María Calle, gerente y fundadora de la firma Office of Design que contó con Ronald Riay como arquitecto residente y en la consultoría de concreto con Francisco de Valdenebro), esta casa alberga la vida de una pareja joven y sus dos hijos. La vivienda aprovecha su condición aislada para girar en torno de una idea fundamental: crear espacios para la vida y la interacción de la familia que permitan estar en permanente contacto con la naturaleza, utilizando los recursos de manera eficiente y sostenible.
En la planta baja ubicaron los ambientes de carácter más público y social. El salón, el comedor y la cocina aparecen totalmente integrados, disfrutan de una doble relación con el exterior a partir de exuberantes jardines en ambos costados. La constante presencia de iluminación natural, los grandes ventanales, las terrazas y zonas externas difuminan completamente los límites entre adentro y afuera, funden lo construido con su entorno, ofreciendo el lugar perfecto para la interacción entre la familia y la naturaleza.
Un poco más resguardados, llegando a ellos a través de un amplio y luminoso hall de circulación, se ubican los espacios privados: las habitaciones. La escultórica escalera de concreto y la claraboya que inunda el lugar de luz cenital hacen del acceso a estas áreas una experiencia especialmente lúdica y agradable. La riqueza de las texturas de la madera y el concreto, y las luces y sombras generadas por la claraboya y las celosías de madera, se transforman con el transcurrir del día para tornar este ambiente en una vivencia dinámica.
Las zonas privadas, las habitaciones y sus baños gozan igualmente de una íntima interacción con el exterior gracias a grandes ventanas, terrazas y claraboyas, y a las celosías de madera que resguardan la privacidad mientras permiten la entrada de luz natural. Rematando la construcción encontramos la cubierta, la cual ofrece no solo ambientes para estar y disfrutar, sino que también alberga una huerta que provee a la familia de sus frutos orgánicos y una instalación solar que genera la energía suficiente para hacerse cargo de toda la iluminación de la vivienda.
Con ese objetivo, haciendo de la sostenibilidad el eje del diseño, se definió el sistema de reutilización de la lluvia, la cual se recoge en las cubiertas para ser conducida, filtrada y utilizada en sanitarios y equipos de riego. Lo mismo sucede con las aguas jabonosas (provenientes de duchas, lavamanos y lavaplatos), las cuales limpian y filtran para luego ser llevadas a los tanques de abastecimiento.
Los jardines fueron diseñados a partir de especies nativas que minimizan la necesidad de riego y preservan el agua, mientras que los ventanales con cámara de aire permiten la entrada de luz natural a la vez que mantienen el calor en el interior de los espacios. Las luminarias de la vivienda utilizan tecnología led de bajo consumo, mientras que las cubiertas verdes y los muros sólidos aíslan el edificio del exterior, con lo que se garantiza el confort térmico sin apelar a grandes gastos de energía. Todos estos elementos, coordinados y complementándose mutuamente, hacen que la casa ofrezca ambientes cómodos que racionalizan el uso y cuidan los recursos del entorno.
La paleta de materiales escogida refuerza esta interacción entre lo construido y lo natural. La madera teca se obtuvo de fuentes sostenibles y con sus colores intensos y ricas texturas, expuesta en planos sólidos o como parte de celosías y tamices de luz, ofrece una relación cálida e íntima con el habitante. El piso de las zonas sociales, de granito fundido in situ, expresa su juego gráfico en espina de pescado realzado a partir de cambios en el tono de los agregados. El concreto visto se muestra honesto, exponiendo las huellas de la textura de la formaleta de madera que, con sus variaciones y rugosidades, enriquece la experiencia material de la construcción. Especial interés genera el muro tejido de concreto que subvierte la esencia sólida y pesada del material, haciéndolo parecer liviano y poroso, lo cual le añade al juego de sensaciones, luces, sombras y texturas naturales en el que se convierte la experiencia de habitar esta obra.