Conozca el hotel que nació de las ruinas de una antigua bodega de vinos en Grecia
Rodrigo Toledo. Fotografía: CLAUS BRECHENMACHER & REINER BAUMANN / junio 23 - 2020

Cuando la industria del corinto, una variedad de uva pasa originaria de Grecia entró en crisis, apareció la necesidad de utilizar los excedentes en productos alternativos como el vino. Para este fin construyeron a principios del siglo XX bodegas, pero con el tiempo algunas quedaron en desuso. Una de estas infraestructuras, levantada en Kourouta, a orillas del mar Jónico, se transformó en el Dexamenes Seaside Hotel, un lugar para el alojamiento turístico que reutiliza las ruinas existentes. El proyecto estuvo a cargo de la oficina griega K-Studio, que enfocó sus esfuerzos en conservar el estado de los edificios abandonados para incorporarlo en el diseño de la adecuación.
Con el fin de convertir este complejo en un hotel intervinieron sus áreas para darles nuevos usos. Originalmente, los tanques de almacenamiento de vino fueron construidos como una colmena de espacios con muros de concreto agrupados en dos edificios lineales. Estos tanques, de unos 5 por 6 metros cada uno, se transformaron en habitaciones con baño.
Adicionalmente, los muros de fachada fueron recortados para que cada suite tenga una ventana y una puerta. Una serie de pérgolas nuevas adosadas a los alojamientos genera espacios exteriores a la sombra, mientras dos grandes pabellones centrales protegen del sol a quienes llegan al hotel. Dos de las construcciones complementarias de la bodega fueron adecuadas para que el resort tenga una cocina y un comedor comunitario, en el que se pueden hacer catas de vino y eventos culinarios. Además, implementaron una zona para exhibiciones, que junto con el comedor, se abre a una gran terraza exterior.
Los vestigios de la antigua bodega aparecen como elementos escultóricos habitables, que hablan de la historia del lugar.
En el centro del Dexamenes Seaside Hotel dejaron dos silos de acero, en torno a los que crearon un espejo de agua para refrescar el ambiente y disminuir la temperatura. Los visitantes pueden entrar a estos tambores metálicos a través de un recorrido sobre el agua que aparece como un puente de concreto que, además, reutiliza los fragmentos de muro que se extrajeron para las aberturas de las habitaciones. Un sistema de circulaciones peatonales, acompañadas de vegetación arbustiva de talla baja, parte de este punto y conforma un malecón sobre la playa, que conecta así el proyecto con el mar.
Una arquitectura ligera, de estructuras metálicas esbeltas, lonas y paneles de madera se suma a las construcciones industriales de la bodega para darle un nuevo sentido a la infraestructura. El óxido del metal y la textura burda del concreto coexisten con los ambientes de descanso creados para el confort y la relajación. En esta obra, concebida desde la superposición de arquitecturas con usos y momentos diferentes, el principal material es el tiempo.
La unión de dos arquitecturas, construidas en momentos diferentes, produce una atmósfera que mezcla la estética de las infraestructuras industriales con los espacios de un resort.