El objetivo puntual de la adecuación de este apartamento en Bogotá era aprovechar al máximo su área –no muy generosa–. Espacios muy cerrados, poca iluminación y una cocina que invadía gran parte de la zona social eran los principales problemas. Para solucionarlos, planteó reformar el apartamento como si de un loft se tratara.
Entre las principales transformaciones está la cocina. Ahora el mesón de trabajo –que también puede usarse como barra– se convierte en su parte final en una banca para el comedor, así estos ambientes se integran con la zona social sin desaprovechar el espacio. Aquí, como en todo el apartamento, el blanco y colores afines son utilizados para dar la sensación de amplitud y mejorar la iluminación. Sobresale el acabado wash en el muro de ladrillo.
Un muro de pizarra, que contrasta con el de concreto visto de la biblioteca, permite a su propietaria realizar diversos dibujos e incluso anotar recetas de cocina –una de sus grandes aficiones–. Detrás de este elemento lúdico está oculto un clóset para almacenar todos los implementos de aseo y el lugar para colgar la ropa, así son imperceptibles para los visitantes. Este tipo de estrategias demuestran una propuesta de interiorismo que no requiere metros cuadrados ilimitados para lograr un hogar cálido, donde todo está integrado sin perder su esencia.