Cuando la Cámara de Comercio de Bogotá convocó el concurso internacional para determinar quién diseñaría el nuevo centro de convenciones de la ciudad, Ramón Bermúdez (Bogotá, 1983), hijo mayor de Bermúdez –y arquitecto al igual que sus dos hermanos–, estaba trabajando en Madrid, España, con el arquitecto español Juan Herreros, reconocido por obras como el Museo Edvard Munch, de Oslo, y la remodelación de MALBA, en Buenos Aires. Acordaron participar en asocio con Bermúdez Arquitectos, y desde que ganaron el concurso, Ramón ha sido el representante de Estudio Herreros en el consorcio de diseño.
Con 64.883 m2 de construcción, Ágora Bogotá es un centro de convenciones vertical, ubicado estratégicamente al lado de Corferias. Cuenta con diez salones –todos con iluminación y ventilación natural– que pueden convertirse en 18 espacios flexibles y configurables, con capacidad entre 80 y 4.000 personas.
“El aprovechamiento del clima fresco de la ciudad es la principal apuesta del proyecto, en cuanto hemos conseguido un confort térmico sin tener que recurrir a sistemas de enfriamiento ni ventilación forzada, solo a través de una fachada activa enteramente vidriada que respira, capta el aire fresco del exterior, lo trata acústicamente y lo circula por los espacios de reunión”, explica Bermúdez.
La verticalidad de la propuesta surge de la intención y necesidad de liberar espacios públicos de diferente índole, escasos en esta zona de la capital. “El principal objetivo es revitalizar el contexto, reverdecerlo, generar grandes y variados ambientes públicos de alta calidad”. En cuanto a su materialidad, el vidrio y la transparencia se convierten en el aspecto primordial, que resalta lo estructural sobre lo decorativo. Pocos materiales complementan la paleta del edificio: un pavimento continuo, un cielo translúcido y paramentos de vidrio que revelan inmediatamente su funcionamiento al visitante que viene por primera vez.