La cocina, espacio indispensable en nuestra vivienda contemporánea
Fotografía: Andrés Valbuena. - Kevin Scott - Alejandro Arango - / agosto 28 - 2020
La cocina, espacio indispensable en nuestra vivienda contemporánea, trae consigo una historia larga y fascinante. Desde su aparición en tiempos medievales se convirtió en un lugar magnético y atractivo, centro de reunión de quienes habitaban la casa y sus visitantes, ya que albergaba el calor del fuego. En torno a ella giró la actividad del hogar durante muchos años, y convirtió en protagonistas de la vida
diaria no solo a la comida y la bebida, sino también al carbón, el hollín y la leña. Solo entrado el siglo XVI, cuando se inventó y popularizó el uso del buitrón/chimenea, empezó a hacerse más limpio y respirable el ambiente interior.
Paulatinamente se separó el uso de la cocina y la preparación de alimentos, de las áreas de estar –cada una con acceso a su fuego privado–, se refinaron las maneras y los protocolos, hasta que entrados ya los siglos XVIII y XIX se apartó este espacio por completo de la estancia, para convertirse en un lugar de carácter utilitario y de servicio.
Pasaron décadas, avanzó la tecnología, aparecieron las estufas de gas y luego la electricidad, las cocinas se hicieron cada vez más limpias y eficientes, evolucionaron los diseños de muebles y electrodomésticos y, finalmente, a mediados del siglo XX, la cocina salió poco a poco de la trastienda y volvió a emerger como aquel espacio de reunión y encuentro. Llegó 2020 y con él la pandemia del coronavirus. A lo largo y ancho del mundo entero, durante días que se volvieron meses, nos quedamos todos en casa, salimos lo menos posible y aplicamos el distanciamiento social. El interior de nuestras viviendas se convirtió en el escenario de la vida entera y entendimos de primera mano la importancia de la cocina para nuestro bienestar cotidiano.
Pasamos buena parte del tiempo cocinando, limpiando, guardando y preparando los alimentos y los utensilios que usamos para comer. “La cocina había adquirido una enorme importancia, y después de la pandemia se convertirá, sin duda, en el espacio central de la casa, en donde ocurre la mayor parte de la interacción social”, afirma Natalia Heredia, socia fundadora de Interior 1, empresa dedicada al diseño
arquitectónico de interiores. Esto implica que pensar en la cocina, en los materiales con los que se construye y en su funcionamiento adquiere hoy más importancia que nunca. Gracias a este carácter social, la cocina abierta e integrada con el comedor y con las áreas de estar, o con posibilidad de abrirse hacia ellas, es cada vez más atractiva. Esto implica que estará expuesta y a la vista la mayor parte del tiempo, por lo cual la estética es fundamental a la hora de definir su materialidad.
Los mesones, aparte de requerir higiene, asepsia y facilidad de limpieza, pueden ser cálidos y atractivos, exhibir texturas y vetas similares a las del terrazo, el granito o la piedra natural. Las piedras sintéticas, los materiales a base de cuarzo y el acero inoxidable ofrecen soluciones interesantes en esta línea. Cuando el espacio lo permite, tener una isla central es una ventaja, ya que ofrece un área de trabajo que sirve también como espacio de congregación y facilita la actividad del cocinar como un ejercicio social. “Los mesones de trabajo deben ser amplios y realmente estar libres, así que es importante planear un espacio para poder poner los pequeños electrodomésticos de uso cotidiano sin invadirlos”, afirma Natalia Romero, diseñadora de interiores y fundadora de la empresa Entre Arquitectos Estudio.
La cafetera, la licuadora, el airfryer, el triturador de café… hoy en día hay una gran cantidad de electrodomésticos que hacen la vida más fácil, pero que requieren a su vez lugar para ser almacenados y así mantener el orden en la cocina. En este sentido, cuanta más capacidad se tenga en los gabinetes, mejor, con el apoyo siempre de los accesorios disponibles en el mercado para organizar ollas, tapas y utensilios, a partir de canastillas extraíbles, cajones y demás. Contribuyen al orden también los interruptores retráctiles que se esconden bajo el mesón cuando no están en uso, y se hace esencial una poceta amplia (de ser posible doble) para facilitar la meticulosa limpieza de los alimentos que exige la coyuntura.
Ahora que estamos más en casa, cocinamos más y compramos y almacenamos más. Por esto, tanto la nevera como la despensa deben ser generosas. Las canastillas para las frutas y las verduras, los accesorios para organizar condimentos, los envases en vidrio para guardar los granos y los no perecederos ofrecen la posibilidad de exponer algunos de estos elementos, ganar eficiencias en el espacio y aportar a la calidez y la estética de la cocina. La iluminación es otro punto fundamental. Se debe evitar la luz blanca, demasiado fuerte e impersonal, y apostar por una iluminación más cálida y hogareña, que transmita sensación de tranquilidad y recogimiento. Debe ser suficiente para
iluminar las zonas de trabajo, pero controlada para no excederse y generar incomodidades.
Y, por último, imposible de olvidar: el lavavajillas. Uno de los electrodomésticos que ha adquirido mayor valor durante esta época de pandemia, gracias a la cantidad de horas de ocio que otorga a sus felices dueños. Su presencia se hace indispensable porque cada vez pasamos más tiempo (y comemos y lavamos) en casa. La vida de aquí en adelante, seguramente, será más íntima, más hogareña. Una vez
se relajen las medidas de confinamiento, antes de volver a salir a cines y restaurantes, volverán los amigos y las familias a nuestra casa, por lo cual la cocina será, más que nunca, el centro de nuestras vidas. ■
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