Cinco restaurantes con una arquitectura destacada en Colombia
Revista AXXIS / febrero 28 - 2024

Acompáñenos en este viaje en el que el amor por la gastronomía se entrelaza con la pasión por la arquitectura y el diseño. En estos restaurantes en diferentes ciudades de Colombia, es posible vivir una experiencia única que invita a sumergirse en los universos que proponen.
1. Restaurante Manuel
“Una interpretación contemporánea de la tradición: esa es la esencia de Manuel”. Esta es una breve descripción del concepto de diseño de este restaurante en Barranquilla según su autora, la arquitecta Catherine Jessurum.

La versión más larga habla de una serie de tiempos en los que se puede recorrer y disfrutar, en sintonía con la oferta gastronómica del lugar, cuyo trabajo de arquitectura y diseño interior estuvo a cargo de DEB Consulting, firma que Catherine fundó en compañía del arquitecto Francisco Ricardo.

En este lugar todo comienza en la entrada principal, dentro de una cápsula hermética, en la que, a través de una luz dramática, sonido aislado y mosaicos verde oscuro, se inicia un juego de los sentidos mientras se espera a ser ubicado.

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2. Restaurante Cascajal
Tan pronto se cruza el umbral de acceso, la extensa barra del bar recibe al visitante. Este primer encuentro con el restaurante Cascajal, ubicado en la zona G de Bogotá, se da en medio de luces tenues y un mobiliario que recuerda la corriente mid century modern. Este ambiente está pensado para tomarse un buen coctel mientras la persona se prepara para degustar los platos del chef francocolombiano Andrés Fernandes León.

Diseñado por el arquitecto Alejandro Castaño, este restaurante de 300 metros cuadrados y dos pisos en total tiene en su salón principal un estilo marcado por listones de madera que cubren tanto sus paredes como su techo, lo que genera una atmósfera cálida y acogedora.

En los muros hay espejos redondos retroiluminados, a juego con las lámparas de techo, que repiten esta forma. Sus sofás corridos en tonos grises invitan a sentarse y relajarse, para disfrutar de esta propuesta gastronómica: una cocina de autor, en la que los sabores tradicionales colombianos son reinterpretados a partir de la vasta experiencia internacional del chef.

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3. Café La Mata
Un vivero y un restaurante son servicios aparentemente muy diferentes, pero en la práctica pueden coexistir. Esa es la apuesta de Café La Mata, un espacio ubicado en la carrera 13 con calle 93A, a pocos metros del Parque de la 93, en Bogotá.

Los arquitectos Santiago Buendía –de Santiago Buendía Arquitectura– y Felipe Rodríguez –de Mobo– transformaron un área pequeña y profunda, con poca iluminación, en una especie de bosque abierto en el que cualquier persona puede entrar a tomarse un café o comer un sándwich.

Su interiorismo parte de la idea de usar el material en su estado natural, con aspecto un poco industrial, y contrastarlo con los colores de las matas y los letreros de neón. Por eso, los concretos están a la vista, los pisos son terrazos de tráfico pesado y las mallas de las divisiones son metálicas.

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4. Restaurante Río
Esta vivienda, que parece haber salido de una película del mid-century californiano —ladrillo largo y blanco, una sola planta, ventanas enrejadas horizontales y grandes patios—, conserva esa esencia clásica de la arquitectura que se desvanece en las zonas tradicionales de la capital del país.

Tanto su diseño como su comida se disfrutan por tiempos. En el primero, comenzamos con los platos crudos y los materiales fríos. Ceviches de pescado, cangrejo y carantanta, tartar de tomate y tiradito de maracuyá, por nombrar algunos, se sirven a la par en superficies de concreto, mármol, vidrio, acero, piedras de río y ladrillo, que sobresalen en espacios como la barra larga que da la bienvenida a Río.

El segundo tiempo es de parrilla, carbón, fuego y experimentos culinarios a cargo de los cuatro genios que están detrás de la cocina colectiva —los chefs Brayan Rúa, David Arango, Daniel Muñoz y Santiago Abaúnza—, de la cual María Alejandra se enorgullece. “Somos una familia sin jerarquías; la cocina está abierta y el equipo, expuesto. Nos gusta compartir y, sobre todo, atender a los comensales”.

Finalmente, en el tercer tiempo sirven, en calma, postres elaborados con el mismo detalle que las entradas y la parrilla. Cuajadas de guayaba y merengue de Baudilia maridan a la perfección con el gran patio abierto y transversal a la casa, que ofrece una vista del jardín tropical.

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5. Restaurante Mesa Franca
Este restaurante bogotano Mesa Franca –calle 61 n°. 5-56, en Bogotá– abrió su ampliación. Se trata de un patio trasero que tiene dos funciones: durante el día es una cálida terraza con olor a pan y de noche es un gastrobar para disfrutar con amigos.

El trabajo del estudio colombiano de arquitectura Colette fue adecuar un patio de unos cien metros cuadrados que ocupa la parte trasera de lo que alguna vez fue una casona en Chapinero. Además de la adición de una nueva cocina dedicada a la pastelería y la panadería.

Según el arquitecto Ernesto Lafaurie, quien estuvo al frente de este proyecto, hubo dos retos principales. El primero era que el espacio se ajustara bien a lo existente. Por otro lado, hubo cierta dificultad para que el nuevo ambiente funcionara efectivamente tanto de día como de noche.

De manera que durante el día, con las ventanas abiertas, ambos espacios dialogan y se logra un ambiente que evoca lo doméstico. En la noche la cocina cerrada es convertida en una especie de “caja de luz”. Esto es lo que le da una personalidad adulta que invita al hedonismo y el gozo, tal como en la pintura de El Bosco.

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Todos me encantar, lineas amplias, limpias, minimalistas en algunos. Gran articulo