El secreto está en los detalles
Fotografía: Felipe Cazares, cortesía Universidad de los Andes Texto: Ramón andrés Nivia / junio 26 - 2018
Imponente es una de las tantas definiciones que se vienen a la mente cuando se está por primera vez frente a la primera sede fuera de Bogotá de la Universidad de los Andes, ubicada en el proyecto de urbanismo Serena del Mar. Diseñada por el arquitecto británico Brandon Haw, esta estructura mezcla las cualidades de la arquitectura colonial con la modernidad del lugar donde está implantada. En el primer nivel se evidencia que las típicas casas de patio son un referente, en especial por los generosos espejos de agua que lo componen. “He venido a Cartagena en varias oportunidades, así que no era un terreno desconocido para mí”, afirma el arquitecto en conversación con la revista AXXIS horas antes de la inauguración oficial.
Y empleando su conocimiento sobre la ciudad, Haw orientó la estructura hacia el norte para aprovechar al máximo las corrientes de aire, que pasan por los espejos de agua del primer nivel y refrescan de manera natural toda la estructura, incluso en días de intenso calor. “Además, las áreas abiertas están bajo sombra, haciéndolas más frescas”. Elementos como los óculos del techo y las fachadas totalmente abiertas permiten que la estructura integre la naturaleza a su propuesta y, además, que a lo lejos su gran masa se perciba muy liviana, casi volátil. Sumado a lo anterior, las aletas de hormigón de la fachada, ubicadas según la orientación y patrón de los rayos solares durante el año, controlan la entrada de luz mientras mantienen la vista hacia el exterior.
El estar implantada en Serena del Mar, un ambicioso proyecto de urbanismo ubicado a 12 kilómetros del centro histórico de Cartagena, hizo que el arquitecto británico no desconociera las bondades de la arquitectura colonial. Sin embargo, es consciente de que debía crear una propuesta novedosa. “Debes aprender de Cartagena, su clima y conocer los requerimientos del cliente. Es importante concebir edificios actuales, construir para nuestro tiempo”. Sin duda, este constituye un ejemplo de ello, aunque remite a la tradición arquitectónica de la costa colombiana, resulta evidente la influencia de un arquitecto que ha realizado obras en diversas partes del mundo y que tuvo la oportunidad de trabajar en la firma del premio Pritzker de 1999, Norman Foster.
Luego de tomar los ascensores para dirigirse al tercer piso, donde está ubicada la sede de la Universidad de los Andes –el resto de los niveles están dedicados a facilidades de Serena del Mar–, nos encontramos con un ambiente cálido y amplio donde predomina el color amarillo. Sus diversos salones y salas de juntas comparten algo en común: el practicismo y la versatilidad, muchos de ellos pueden transformarse con el simple movimiento de unos paneles acústicos para aumentar o disminuir su capacidad –por ejemplo, al integrar cinco consiguen el área necesaria para eventos como exposiciones–. Igual pasa con los grandes ventanales, los cuales se oscurecen en distintos niveles mediante velos y blackouts. Sobresalen el Salón Magistral, con capacidad para 50 personas; el Hemiciclo, de forma escalonada, para una clase más interactiva y pensado para 30 estudiantes, y el Auditorio, también escalonado, pero con un aforo de 90. Estos tres espacios tienen su propia cabina de traducción simultánea.
Al llegar la noche, cambia la percepción de la sede. Desde el exterior la luz se filtra por las aletas de hormigón de la fachada, mientras en el interior el blanco de la estructura la hace resplandecer. “La iluminación es muy importante porque la vida social también pasa afuera. Creamos una propuesta muy pareja para que todos los espacios puedan ser utilizados en cualquier momento. Es un edificio que se disfruta tanto al interior como al exterior, solo que en el último es fresco de manera natural”.
Durante la entrevista, Brandon Haw no puede contener la emoción al hablar del logro que significa haber erigido esta estructura con contratistas y proveedores nacionales, “este edificio es un testimonio de la capacidad de Colombia para innovar y para aliarse con una firma internacional”. Y tras recorrer sus recintos, queda demostrado que la Universidad de los Andes dio un gran pasó en sus 70 años de historia al concebir un espacio con la última tecnología y lo mejor en cuanto a arquitectura para llevar la formación académica de alto nivel a la costa colombiana. Finalmente, Haw asegura que “el reto más grande fue hacer que la gente entendiera que los pequeños detalles importan”, y concluye con una frase que inmortalizó el gran maestro de la arquitectura moderna Mies van der Rohe: “Dios está en los detalles”.