Conozca este hotel en Chicago diseñado y adecuado para no salir de él
TEXTO: Inés Laplacette. Fotos: Eric Laignel, cortesía: Rockwell Group Europe. / mayo 12 - 2015
Al momento de elegir quién sería el afortunado estudio que se ocuparía de la creación de su primer hotel, el mediático empresario inglés Sir Richard Branson, fundador del Virgin Group, eligió una pequeña empresa de diseño afincada en Madrid, dirigida por un arquitecto argentino, de bajo perfil y una sólida carrera internacional: se trataba de Diego Gronda, Director General y Creativo de Rockwell Group Europe, con más de 20 años de experiencia en el sector de la hotelería de lujo.
En su porfolio figuran desde el Nobu Hotel, de Robert de Niro en Riad; el Taj Mahal Palace and Tower en Mumbai; la renovación del Ritz-Carlton South Beach en Miami y el ya finalizado W París-Opéra, entre otros. Al momento de la concepción de un proyecto, Gronda se guía por una visión holística del diseño donde las costumbres y preferencias de la gente, los objetivos de los clientes y el contexto geográfico y cultural del proyecto forman un concepto único y apropiado.
En este caso particular, tenía que renovar un edificio de 1928, de estilo Art Decó, que en el pasado albergaba un banco con sus correspondientes oficinas. La creación del adn del hotel respondió a un pedido muy claro de Branson; “Business hotel” con un componente considerable de lifestyle, que atrajera a hombres y mujeres de negocios en partes iguales.
Con la intuición, la comodidad y el sentido común como premisas, evitando excesos innecesarios, Gronda diseñó las distintas experiencias del hotel tomando como punto de partida a un “pied a terre”, espacios únicos y residenciales; cómodos y a la vez intuitivos. “Vivimos en el siglo XXI donde la experiencia es la condición que más atrae a los usuarios de distintos edificios comerciales. Creo fehacientemente que los espacios que crean un vínculo emocional con el usuario son los que, a la larga, se vuelven atemporales y exitosos”, explica.
El mobiliario es un capítulo aparte. Fue elegida cada pieza de manera independiente. Ninguna silla o mesa comparte estética o estilo. “Quisimos crear ambientes muy distintos. Consideramos que crear espacios radicalmente distintos condiciona a que los huéspedes de los hoteles transcurran más tiempo en ellos. Diseñamos cada hotel como piezas únicas. Nunca nos repetimos. En el caso de este hotel, esta estrategia de diseño fue llevada al extremo. Consideramos que nuestros diseños deben celebrar y enriquecer la experiencia del usuario final y no nuestro propio ego”.