Conozca esta maravilla arquitectónica escondida en la trama urbana
Fotografía: Duccio Malagamba, cortesía Estudio Carme Pinós Texto: Rodrigo Toledo / abril 30 - 2019
En la plaza de la Gardunya, en Barcelona, la célebre arquitecta catalana Carme Pinós hizo dos intervenciones significativas. Un proyecto de vivienda –actualmente en construcción–, y Escuela Massana, un centro académico de arte y diseño, ya en funcionamiento. Estos trabajos se enfrentan para definir los paramentos de su entorno en una estrategia urbana y arquitectónica que se limita a la altura de los edificios existentes, con el fin de integrarse a la escala del lugar y garantizar el acceso de la luz del sol.
El edificio bordea las construcciones a las que se adosa para generar fachadas tanto hacia la plaza como a una de las calles. En el espacio público, la masa del proyecto se fragmenta en altura con un quiebre que permite crear terrazas descubiertas para habitar en los días de primavera y verano. Adicionalmente, balcones profundos aparecen diseminados como huecos en el volumen. La escuela está contorsionada y perforada para asomarse sobre la vitalidad del exterior urbano. Cierra sus áreas privadas para luego abrirse a la ciudad de manera intermitente y escalonada, en un sabio juego de ambientes intermedios que no están ni afuera ni adentro del todo.
El revestimiento de piezas cerámicas que cubre sus fachadas aporta al control del ingreso de luz natural, y filtra así el resplandor en los salones y talleres. Pero hace algo más: reproduce las cualidades materiales de la madera. La materialidad del edificio alude a una tectónica quizá más cercana a lo doméstico que a lo institucional, y en ese sentido contribuye a que el impacto de la pieza sea mesurado dentro del paisaje del barrio.
Un interior diáfano y blanco se estructura a partir de un vacío de cinco pisos de altura, que se recorre y atraviesa mediante puentes-escalera. Los 11.000 metros cuadrados de superficie se discriminan en espacios para estudiantes, dispuestos sobre las fachadas y corredores hacia la parte posterior del proyecto.
Pinós propone para Escuela Massana una arquitectura austera, que se inserta cuidadosamente en el lugar y luego lo cualifica abriéndose a él. Su silueta quebrada y sus colores cálidos aluden a una construcción nueva, que al mismo tiempo parece haber estado siempre ahí.