Una vivienda sostenible ubicada en el límite del casco urbano de la ciudad, entre la costa y el campo
Fotografía: Albert Font Texto: Marcel Benedito / junio 13 - 2014
Esta casa es el resultado de una investigación que aborda otras formas de habitar, el paisaje, sistemas constructivos, innovación en los materiales, nuevas tecnologías y energías alternativas. El taller de Getse Zaid, estudio formado por los arquitectos Sandra Díaz Moll y Miquel Àngel Apesteguia Nadal, la construyó como contenedor de su propia experiencia vital y profesional sin renunciar a la singularidad isleña.
Se encuentra ubicada en el límite del casco urbano de la ciudad, entre la costa y el campo, al lado de viviendas de una planta y parcelas más o menos grandes. El solar, de forma cuadrada, se halla al final de una calle sin salida.
Y para obtener el máximo espacio exterior, en el centro de la parcela se proyectaron los volúmenes de la vivienda hacia el perímetro del solar, de modo que el garaje y el muro de granito se desplazaron hacia la calle y la vivienda se ubicó al otro extremo de la parcela para generar un jardín interior entre ambos volúmenes totalmente protegido de la calle y de las edificaciones colindantes.
Es un cuerpo cúbico ligeramente elevado sobre el suelo que se compone de dos plantas: en la zona semienterrada se ubican estudio, biblioteca, área de juegos, baño y dos dormitorios, así como cuarto de servicios e instalaciones, patio e incluso un acceso. Esta planta está fragmentada en tres partes, según el módulo de fachada, de forma que el espacio que sobresale de la cota de suelo exterior es acristalado lo que permite la entrada de luz natural a través de todas sus piezas y de forma cruzada. Así mismo, el semisótano tiene una salida al exterior a través del patio inglés, de modo que existe en todo momento un contacto visual con el jardín.
En la parte elevada de la casa queda el acceso principal a través de una pasarela que va a la cocina, el estar, baño y dormitorio. Esta zona es un elemento contenedor formado por una estructura mixta de madera y acero, que configura un amplio espacio de 20 x 5 m. En su interior aparecen otros volúmenes más livianos donde se acomodan los usos al jugar con elementos de mobiliario y divisiones ligeras que enfatizan el espacio diáfano. Así pues, aparecen cocina, baño, algunos armarios y un pequeño cuarto de plancha a los que se accede por ambos lados.
Esta distribución de pequeños espacios dentro del cuerpo principal permite que, en toda la longitud de la casa, se genere una circulación perimetral que coincida con la ventanería y que se revela en las fachadas con una galería cerrada por persianas plegables que permiten una inusual orientación este-oeste. Esa galería funciona como único elemento de contacto con el exterior y las persianas que lo cierran actúan como instrumento de control térmico, acústico y lumínico.
La sala de estar, que se encuentra en un nivel intermedio entre la cocina y el estudio, se ilumina exclusivamente mediante una claraboya que se encuentra sobre la chimenea.
En las dos ventanas del baño superior se ha reinventado la celosía mediterránea, mediante una serie de perforaciones de dimensiones variables que generan un juego de luces que enriquecen el espacio interior.
En la vivienda destaca el contraste entre el piso gris oscuro de losas de basalto (roca volcánica) y los tablones de madera del techo, utilizados como encofrado perdido en la elaboración del forjado. En cambio, para el pavimento del sótano se usó un linóleum gris y hormigón en el techo.
En los baños se eligieron los mármoles Marquina, para la bañera, y Macael envejecido, para el baño principal. En el de los niños se recuperaron las baldosas hidráulicas. La carpintería es de aluminio anodizado plata en la planta enterrada y madera de doussie en las correderas de la galería y la puerta principal.
La cocina, al tratarse del elemento principal de la casa, visible en el acceso a la vivienda, se ha equipado con un mobiliario que tiene acabado laminado y canto sintético. Para una mejor integración se ocultaron zonas técnicas, como la de las aguas, con una puerta basculante.
En cuanto a las instalaciones, la vivienda está dotada de un sistema de recogida y aprovechamiento del agua de lluvia, con una vida útil ampliada mediante un equipo de reciclaje y tratamiento de aguas grises.
Todo se aclimata por medio de un suelo radiante a baja temperatura y al estar semienterrada se beneficia de la inercia que aporta el terreno. Al mismo tiempo, la existencia de una solera ventilada que aísla la casa del terreno permite disponer unos conductos de ventilación a lo largo del edificio, que activados por una chimenea solar –que es la claraboya de la sala de estar– mejoran el comportamiento higrotérmico de la vivienda.
Casi todas las estrategias que la hacen más eficiente se encuentran al observar la arquitectura tradicional del lugar e integrarla con naturalidad a la arquitectura contemporánea. Vivienda integrada con el medio ambiente
Muy buen artículo!! Como apunte personal he de decir que, sin lugar a dudas, el confort que gana una vivienda cuando está bien aislada tanto térmica como acústicamente es infinitamente superior a cuando no cuenta con estas características. Un saludo.