Las oficinas de Wunderman en Bogotá, un lugar poco convencional que promueve la creatividad
Rodrigo Toledo / abril 6 - 2022

En 1967 se estrenó la película Playtime, del director de cine francés Jacques Tati. En ella aparece una versión de París donde las fantasías de la modernidad de mediados del siglo XX se muestran de
manera caricaturesca. Edificios acristalados, todos iguales, se levantan en las calles de la ciudad, mientras los espacios interiores tienen paneles de control llenos de botones que automatizan hasta las actividades
más corrientes. Esta metrópoli imaginaria resulta uniforme e indistinta, la París real es despojada aquí de su historia e identidad. Una de sus escenas más representativas transcurre en unas oficinas, un laberinto de cubículos idénticos donde el protagonista se pierde al buscar la salida. Esta obra del cine es una crítica a la aridez que produce la estandarización del entorno humano, aquella especialmente evidente en los ambientes destinados al trabajo.

Asimismo, este proyecto, diseñado por el estudio bogotano Left Angle Partnership, liderado por los arquitectos Juan Carlos Naranjo y Daniel Pineda, busca distanciarse de las convenciones tradicionales de la arquitectura corporativa para repensar la manera como trabajamos. Encargada por una de las agencias de mercadeo y publicidad más importantes del mundo, esta sede –de más de 2000 metros cuadrados– en Bogotá, debía construirse en una sola planta de un inmueble existente y estructurarse en función de espacios que promovieran la colaboración. Además, era relevante que la intervención generara impacto visual a sus clientes.


La recepción se reemplazó por un muro revestido con una superficie sinuosa y retroiluminada, donde una tableta digital orienta a los visitantes. Una serie de salascerradas se agrupan hacia el interior de la
planta para garantizar privacidad donde se requiere y, al mismo tiempo, zonificar las En medio de los puestos de oficina abierta se ubican pequeños recintos dotados de mobiliario para que las personas se encuentren y tengan reuniones espontáneas.

Uno de ellos es una estancia circular con una pantalla/tablero que puede separarse o integrarse con el resto del área gracias a cortinas perimetrales; también aparece un juego de cilindros con diferentes alturas para que los empleados lo organicen a su gusto y según sus necesidades. En palabras de Naranjo, estos lugares funcionan como “bolsillos de interacción” y fueron concebidos como microespacios que promueven diversas formas de trabajar.

Con el fin de que crear un fondo neutro, la paleta favorece la monocromía. Diferentes pantallas digitales se encargan de llenar de color el proyecto en función de la imagen corporativa del cliente con el que se interactúa en un momento determinado.

Esta intervención busca establecer nuevas maneras de relacionarse en el entorno laboral y para lograrlo usa la geometría y la tecnología. El resultado es una arquitectura que se distancia del modelo del cubículo
genérico a través de una identidad definida, pero que se adapta a las circunstancias y no es siempre la misma.

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