La luz natural constituye un componente esencial de este apartamento en Barranquilla
FOTOGRAFÍA: ANDRÉS VALBUENA TEXTO: MARÍA JUANITA BECERRA / octubre 1 - 2020
«El sol no sabía lo grandioso que era hasta que incidió sobre la cara de un edificio”, decía el célebre arquitecto Louis Kahn (1901- 1974). No se equivocó. La luz natural constituye un componente esencial de todo proyecto arquitectónico. De ella depende el grado de bienestar que proporciona un espacio. En el caso de la arquitectura residencial, una iluminación natural escasa o insuficiente se traduce en ambientes que propician la sensación de fatiga, sin duda, desfavorable.
Con esto en mente, el arquitecto barranquillero Miguel Ángel Cure replanteó el diseño interior de este apartamento, que si bien fue construido hace poco, no respondía a las necesidades de sus dueños, una pareja cuyos hijos se independizaron, por lo cual disfrutan los momentos de esparcimiento en casa junto a familiares y amigos.
En el diseño original el área estaba subdividida de forma que las relaciones espaciales se reducían a puertas y muros, que a su vez se convertían en obstáculo para aprovechar la luz natural. Para revertir esta dinámica, Cure remodeló por completo el espacio original. Desde la distribución hasta los acabados, pasando por la estructura del techo, conforme al estilo de vida de los habitantes.
En cuanto a la organización, el arquitecto reubicó la zona de servicios –que era un área desaprovechada– para ampliarla e integrarla con el comedor. Ahora, el ambiente social no es solo la sala, sino un conjunto de espacios que incluye cocina y comedor. “Desde un comienzo se planteó como el corazón de la vida social, por eso se diseñó como un lugar amplio y luminoso, pero sobre todo integrado. Es decir, donde es posible cocinar, comer y departir. Todo a la vez”, explica Cure.
El área privada también fue remodelada con la intención de optimizar los espacios existentes. Antes de la intervención había tres alcobas, ahora son dos: la principal y la de huéspedes. “Para una pareja, dos habitaciones pueden ser suficiente, de ahí
Para ello se fabricó una estructura de paneles de madera –moho mallado–, que reviste tanto las puertas como las paredes y las fusiona como un único elemento. El cielorraso se modificó para aumentar la altura libre. Al revelar la estructura del techo, que utiliza el sistema de placa aligerada a base de casetones, el arquitecto logró que el espacio se ampliara de manera significativa. Además, generó un singular contraste en términos materiales: la textura brillante del piso transmite elegancia y sofisticación, versus la cubierta, que reproduce una estética menos refinada, pero no por eso rústica o artesanal.
Paralelamente, dado que el techo original del edificio presentaba un aspecto rugoso, el arquitecto buscó la manera de conservar la modulación estructural sin sacrificar la sobriedad que irradia el apartamento. Optó por recubrir las vigas y viguetas con un texturizado decorativo llamado Corev, que brinda la apariencia de concreto pulido,
acabado que compagina con la paleta de texturas y colores elegida. Haciendo eco de las palabras de Kahn, este proyecto traza el camino para la composición espacial y material en dirección a la luz natural. Esta, tan necesaria, debe ser también una oportunidad de experimentación e innovación en la arquitectura actual. ■