Esta casa de descanso en Cundinamarca es amigable con el medio ambiente
Camilo Garavito / febrero 14 - 2023
Ubicada entre los municipios de Tocaima y Girardot, esta casa es un oasis en las montañas. Aprovecha todas las virtudes de su entorno (está sobre la ladera de una montaña en el corazón de la cordillera Oriental), la vista privilegiada y el clima cálido que caracteriza la región durante todo el año para generar un espacio idílico de descanso y relajación.
Diseñada por los arquitectos Fernando de la Carrera y Alejandro Cavanzo, la propuesta alberga ambientes óptimos para la tranquilidad y distensión pensados para una pareja, sus hijos y sus nietos, tres generaciones de habitantes que disfrutan de este paisaje singular.
Su estética hace una clara reminiscencia a la finca tradicional de esta zona del país. La estructura de pino, las puertas y muebles de madera rústica, la cubierta a dos aguas, los muros y muebles de mampostería y pañete rústico con bordes redondeados, y los pisos de piedra muñeca y concreto salado conforman una paleta de materiales de tonos neutros, y de texturas naturales que refuerzan un ambiente distendido y reposado.
Así es la vegetación de este oasis en las montañas
La naturaleza y la vegetación son los protagonistas, no solo por el dramatismo del paisaje lejano y las privilegiadas visuales que ofrece, sino también por los jardines que dividen y articulan la casa y se cuelan por todos los vanos, ventanas y aperturas imaginables.
Sus habitantes, devotos y estudiosos de las plantas, acompañaron y aportaron al proceso de diseño paisajístico planteado por Carolina Wiesner, estratégicamente desarrollado para minimizar el impacto visual de las construcciones en su entorno.
Distribución de la casa
Los cuatro volúmenes que componen la vivienda, fragmentados y dispersos para adaptarse fácilmente a la topografía montañosa del lugar y a la vez otorgar mayor privacidad a cada una de las familias que la habitan, se pierden en la densidad del verde y pasan prácticamente inadvertidos.
Tres de ellos albergan las habitaciones, mientras que el principal recibe la zona social. La sala, el comedor y la cocina, ubicados en un solo espacio de considerable altura (enfatizada aún más a través de un cambio de nivel), se abren por completo al paisaje a través de puertas correderas de metal y madera que desaparecen discretamente para fusionar el ambiente interior con el interminable exterior.
Así mismo, el aire fluye libremente a través del espacio social, refrescándolo y manteniendo una temperatura agradable hasta en los días más calurosos. Gracias a esta propuesta de ventilación, sumada a la generosa altura, al efecto de la cubierta inclinada, a las aperturas estratégicamente ubicadas en su parte superior, a los amplios vanos y a la constante presencia de vegetación y agua en toda la casa, se puede prescindir del aire acondicionado sin sacrificar bienestar y confort, lo que la convierte en un oasis.
La estrategia de sostenibilidad no se limita a potenciar la circulación del aire para mantener la temperatura de la casa. El cuidado del agua es otra preocupación fundamental a la hora de utilizar los recursos naturales de manera eficiente. Las aguas lluvias son recogidas en su totalidad para ser llevadas al lago, ubicado a los pies de la construcción.
También las aguas servidas son tratadas, transportadas a un humedal artificial y, finalmente, vertidas al mismo lago, del cual se obtiene lo necesario para el riego y mantenimiento de los jardines. En este ciclo de reciclaje “no se desperdicia ni una gota”, dice Alejandro Cavanzo. La fórmula permite a la vivienda funcionar incluso en las temporadas más secas y minimizar su impacto sobre el medioambiente.
Esta casa es, en últimas, una finca fragmentada que se mimetiza con la naturaleza a través de la exuberancia de sus jardines, de la austeridad de sus materiales y del uso racional de los recursos naturales, constituyendo un oasis en las montañas.