Una casa familiar en Villeta, Cundinamarca que gira en torno a la luz, el agua y la naturaleza
Fotografía: Iván Ortiz. Producción: Mariana Osorio. Texto: Eugenia Gaviria / junio 18 - 2014
La arquitectura enfatiza el espacio central de la casa sin quitarle protagonismo al paisaje circundante, caracterizado por una vegetación exuberante y cambiante según la perspectiva. Así mismo, la vista es privilegiada, compuesta por la montaña ubicada detrás de la vivienda, el dinámico jardín, el frondoso bosque y, finalmente, el lejano cañón.
Debido a esto, los dueños y el arquitecto Hernando Márquez respetaron el entorno vegetal y dieron importancia a pocos pero relevantes elementos de diseño, como las cubiertas y las bóvedas de concreto a la vista que protegen la casa. La madera, aplicada en pisos, puertas corredizas, ventanas y decks, se complementa con la mampostería liviana, que hace los muebles sencillos y de fácil mantenimiento.
Para el diseño de esta vivienda, de 400 metros cuadrados, optaron por un volumen en forma de “U”. En un lado ubicaron la sala, el comedor y la cocina; en el otro, el acceso, dos habitaciones y el estar de alcobas; opuesto a la zona social, dos cuartos más y el dormitorio principal, todo planteado alrededor de un espacio central en el cual están la piscina, con una zona para descansar y un carril de 20 metros para nadar, y una terraza con mesas y parasoles.
Dada la inclinación del terreno, la sala tiene una mayor altura para generar un espacio fresco, luminoso y con gran vista. Los muebles de mampostería responden a una cuestión de seguridad, pues la vivienda permanece siempre abierta, solo el comedor tiene puertas corredizas de madera para aislarlo. La iluminación, diseño del arquitecto, es indirecta y proyectada sobre las bóvedas; el resto es solucionado con lámparas de mesa y de piso.
Las cuatro alcobas y la habitación principal fueron amuebladas con camas, mesas de noche y nichos de mampostería liviana, de esta manera resalta el piso de madera estructurada traída de Brasil. Para las puertas corredizas y las ventanas, realizadas por el carpintero Luis Carlos Lega, usaron madera cedro Caquetá.
Las cubiertas de los cuartos son dos bóvedas de concreto a la vista, lo que permitió una mezcla de materiales que genera espacios cálidos, sencillos y austeros. Vista la vivienda desde el exterior, las bóvedas de cinco metros de ancho son imperceptibles pues están escondidas entre muros, pero desde el interior funcionan como cubiertas y son protagonistas. Solo la zona de acceso y las circulaciones cuentan con una cubierta plana y una placa de concreto expuesta, lo cual las resalta aun con mayor fuerza.
En esta casa la apuesta a la simplicidad y a la sencillez es evidente en cada detalle, todo logrado con una arquitectura tranquila y limpia, integrada al paisaje de manera suave y sin mayores pretensiones.
Un diseño que invita a soñar y forjar ilusiones, en todos los que alguna vrz añoramos contar con un rincon amable y armonioso en los dias de descanso y disfrute de la tercera edad.