Santa María De los Cerros: una vida al aire libre
Revista AXXIS / octubre 15 - 2020

“Una nueva normalidad”. La humanidad ha querido resumir en estas tres palabras todo el conjunto de cambios que hemos experimentado debido a la sorpresiva aparición de la pandemia COVID-19. Pero, ¿qué es esta nueva normalidad? ¿Qué variaciones traerá en nuestros comportamientos, en los espacios que habitamos, en la manera como nos relacionamos? Son grandes las incertidumbres y no pocas las preguntas que aún están por resolverse. Médicos, científicos, políticos, arquitectos y urbanistas, cada uno desde su perspectiva, imaginan el mundo por venir con base en el estilo de vida que traíamos, las necesidades históricas del ser humano, las perspectivas de desarrollo y la poca información y evidencia que hay hasta ahora sobre el virus.
Y sin embargo, tras haber convivido ya unos meses con él, tenemos a nuestra disposición algunas pistas sobre lo que podemos esperar, sobre lo que empezamos a valorar, sobre lo que realmente consideramos importante y necesario para vivir.

En el momento en que los arquitectos bogotanos Héctor Uribe y Juan Rodríguez, socios de la empresa Escalar, concebían Santa María de los Cerros, nadie se imaginaba una situación medianamente parecida a la que estamos atravesando. El mundo era otro. No obstante, el diseño construido parece responder a muchas de las condicionantes que nos trae esta nueva normalidad. “Comercialmente, al proyecto le ha ido mejor durante la pandemia”, comenta Uribe, tal vez porque las cualidades de su programa original responden a lo que sus clientes quisieran tener para afrontar este escenario atípico. La idea original giró siempre en torno a sus áreas comunes, con el objetivo de ofrecer la posibilidad a sus habitantes de “disfrutar de los espacios exteriores de manera segura”.
El diseño busca retornar a una versión contemporánea de la tradicional vida de barrio, donde los niños juegan tranquilamente afuera con sus amigos, donde hay lugar para las bicicletas y para las mascotas, y donde es posible entrar en constante interacción con el verde de la naturaleza sin peligro alguno. Con lo anterior en mente, los diseñadores proyectaron un conjunto que ofrece 1,6 kilómetros de senderos peatonales, una sucesión de terrazas y plazoletas que generan distintas posibilidades de interacción y encuentro, un parque para perros donde quienes tienen sus mascotas las disfrutan de manera independiente, y en el corazón de la obra, un Club-House cuya cubierta funge también como una amplia explanada verde para que los niños y sus familias la usen a su mejor parecer. Toda una red de espacios exteriores, abiertos y diversos, que permite el encuentro en un entorno seguro, al aire libre, ventilado y propicio para mantener el célebre distanciamiento social.

El Club-House, ubicado en el centro geográfico del proyecto, contiene un gimnasio, sala de yoga, piscina semiolímpica con tres carriles bañada por una cascada de luz natural que atraviesa su amplio ventanal de fachada, spa con zona de masajes y peluquería, vestidores con baños turcos y saunas con áreas de relajación y duchas. Todos estos servicios y espacios están en el primer nivel. Su funcionamiento se ha ajustado a la nueva realidad a partir de la implementación de protocolos de bioseguridad y limpieza, y de un sistema de reservas que minimiza la necesidad de interacción personal y garantiza un entorno cómodo y seguro en el momento de su uso. En el segundo nivel están el auditorio/ sala de cine con capacidad para 56 personas, salas de trabajo, reuniones y lectura, complementadas por una zona de coworking, café y baños. “En estos meses descubrimos que podemos trabajar tranquilamente desde casa”, comenta Héctor Uribe, y resalta uno de los aprendizajes positivos que nos está dejando la pandemia.
El espacio de trabajo que ofrece Santa María en esta planta de su Club-House se convierte en el escenario ideal para sacar provecho de la actual situación sin entrar en conflicto con las dinámicas propias del interior del hogar. “Tenemos un sistema de reservas a través de una aplicación de celular, que nos permite disfrutar estos ambientes de oficina dotados con tecnología y conexión a internet sin tener que estar encerrados en la casa”. Junto a ellos ubicaron un área familiar con sala, comedor, cocina, BBQ, parque de juegos cubiertos para niños pequeños y un lugar exterior para los más grandes, con opciones y actividades para todos. Santa María de los Cerros se emplaza sobre los cerros orientales de Bogotá, a dos minutos del centro financiero de la ciudad.
Disfruta de una inmejorable vista sobre el tejido urbano hacia el occidente; hacia el oriente, su límite es una reserva forestal que irrumpe con fuerza entre los edificios construidos y se convierte en protagonista de todos los espacios. Este es un tsunami verde, como lo denominan sus diseñadores, en el que sembraron 36.520 plantas, muchas de las cuales producen flores y atraen fauna. Su presencia llena aún más de vida los ambientes comunes que ofrece el proyecto a sus habitantes y los conecta con la naturaleza, les da posibilidades de interacción en época de distanciamiento y encuentra, tal vez, la respuesta a esa pregunta que nos hacemos todos: ¿cómo será esa nueva normalidad?

Lea completo nuestro especial de construcción aquí.