El Louvre de París ahora tiene una sede en el desierto de Emiratos
Texto: Rodrigo Orrantia . Fotografía: cortesía Museo Louvre Abu Dabi / enero 23 - 2019
La relación entre los dos centros culturales –que llevan el mismo nombre– es evidente, como también el vínculo entre Emiratos Árabes Unidos y Francia. No es casualidad que fuera el célebre arquitecto francés Jean Nouvel –ganador del Premio Pritzker en 2008– el encargado del proyecto.
Su visión fue la de un oasis protegido de los rayos solares por una gigantesca cúpula que controla iluminación, temperatura y ventilación en el interior. El Louvre Abu Dabi, situado entre el mar y el desierto, debe soportar la inclemencia del clima, con brisa marina y fuerte sol. La posibilidad de acceder en barco o encontrar un portón para llegar a pie desde la costa es uno de sus atractivos.
El proyecto –pensado como una ciudad museo– comprende 55 edificios individuales construidos con paneles de fibra de hormigón UHPC (Ultra High Performance Concrete), que incluyen 23 galerías, zonas de encuentro, restaurantes y comercio. La gran mayoría de las estructuras están resguardadas por el domo de acero, de 180 metros de diámetro. El complejo patrón de la cúpula es el resultado de un diseño desarrollado por el equipo de la firma Ateliers Jean Nouvel y los ingenieros estructurales de BuroHappold Engineering. Su forma se repite en varios tamaños y ángulos, en ocho capas superpuestas atravesadas por los rayos de luz con un efecto de lluvia que, en palabras del arquitecto, “proporciona una sombra salpicada por ráfagas de sol”. Además, afirma que el domo brilla bajo el sol y que por las noches el museo lo hace bajo un cielo estrellado.
Para Nouvel, la experiencia del espacio exterior complementa la riqueza de las colecciones y el programa de exposiciones del museo –en este momento una de sus muestras es Roads of Arabia: Archaeological Treasures of Saudi Arabia, que estará hasta febrero de 2019–. Al hablar de su visión, el arquitecto vuelve a lo esencial: “Nos propusimos crear un mundo acogedor que combinara serenamente la luz y la sombra, la reflexión y la calma. El proyecto debe pertenecer a un país, a su historia, a su geografía, sin convertirse en una traducción plana, que resulta en el aburrimiento y la convención”.