Un refugio situado en una parcela junto a un bosque a las afueras de Medellín
Rodrigo Toledo, arquitecto y profesor asistente de la Universidad Pontificia Bolivariana / diciembre 24 - 2020
Podría decirse que la casa es el paradigma del proyecto arquitectónico. En la modernidad del siglo XX, muchos de los grandes arquitectos se dedicaron a reflexionar sobre el ámbito doméstico, desde la escala unifamiliar hasta obras de vivienda colectiva con una repercusión social y urbana importantes. A través de estos desarrollos ejemplares, la arquitectura moderna propuso técnicas, tipologías y formas de habitar nuevas, heredadas y hoy ampliamente aplicadas.
Si bien la casa ha sido un campo de investigación y experimentación, es también el espacio donde se materializa el deseo humano de vivir en comunidad al amparo de la intemperie. Al interrogante de cómo realizar una, la respuesta inmediata seguramente daría como resultado una colección de estancias relacionadas entre sí: dormitorios, baños, cocina, comedor, salón, jardín…
La simple suma de sus partes pareciera suficiente. Sin embargo, una vivienda –o al menos una buena– es mucho más que esto. En las afueras de Medellín, el estudio A5 Arquitectura, liderado por los arquitectos Camilo Ramírez y Tomás Vega, diseñó junto con Adrede Diseño, firma encargada del interiorismo, una residencia que trasciende la concepción tradicional del espacio doméstico y que propone áreas polivalentes que pueden utilizarse de distintas maneras. Ubicado a veinte minutos de la ciudad, el proyecto se emplaza en una parcela junto a un bosque.
El tamaño reducido de la explanación disponible condujo a una construcción compacta y a una apuesta espacial y técnica clara. Esta casa se concibe a partir de una superficie continua que se pliega para formar dos muros laterales y un techo a dos aguas. Un cascarón revestido en tabletas de concreto, dentro del cual disponen los ambientes que encargó su propietario, un extranjero que trabaja y vive en Medellín. El color oscuro del enchape de las fachadas y la geometría del volumen definen una expresión monolítica pero ligera al mismo tiempo, gracias a los ventanales que desdibujan las aristas de la pieza e introducen luz natural al interior. Para los pisos porcelánicos contaron con la empresa Attmosferas.
Un vacío central de ocho metros de altura recibe a los visitantes. En él aparece una zona social vinculada a un balcón que se abre hacia el follaje de los árboles cercanos. La cocina se articula directamente con el salón-comedor, mientras la habitación y el baño principal están ubicados en un extremo de la planta rectangular, desde donde se puede salir a una terraza de madera.
El segundo nivel alberga dos estancias conectadas por un puente que cruza el vacío. Una de ellas funciona como una oficina en casa, mientras la otra es utilizada como salón de televisión y entretenimiento. Ambas gozan de una condición espacial singular donde la cercanía con la cubierta hace que se comporten como buhardillas que se miran la una a la otra. Estos dos espacios están diseñados de tal forma que en un futuro puedan transformarse en alcobas. A su vez, un semisótano contiene una habitación de huéspedes que sale a una pequeña zona verde, así como una lavandería que queda oculta de las áreas nobles de la vivienda.
El planteamiento estructural del proyecto no solo garantiza la estabilidad de la construcción, sino que además forma parte de la estética del espacio. Una serie de costillas metálicas quedan a la vista en el interior para hacer énfasis en la forma del volumen y dejar ver la madera de los cielos y muros. Este sistema recuerda la fabricación de embarcaciones, donde los elementos de soporte y cerramiento revelan su propia lógica constructiva. Las vidrieras plegadas sobre el plano vertical de las fachadas y de la cubierta inclinada enmarcan el paisaje cercano de tal manera que se puedan ver las copas de los árboles desde adentro.
Construir suele ser una operación de adición, una sumatoria de elementos que conforman un espacio. Sin embargo, aquí la espacialidad está mediada por el pliegue y el recorte de un plano que separa sutilmente el interior del exterior para habitar entre ambos. La lluvia y la vegetación dan forma a esta arquitectura intermedia entre el pabellón y el refugio, entre la cabaña y el invernadero.
La flexibilidad de su diseño le permite reconfigurarse para una futura familia, siempre en torno al vacío concebido como un lugar para la reunión. Si la casa es más que la suma de sus partes, este proyecto de A5 Arquitectura trasciende su condición funcional para generar un ámbito doméstico casi inmaterial, donde cada parte puede desempeñar muchos papeles y donde el todo se mezcla con el paisaje y el cielo. ■
Conozca también esta casa de descanso a las afueras de Medellín.