Una cabaña de ensueño que colinda con el río Calima en el Valle del Cauca
Fotografía: Andrés Valbuena / diciembre 28 - 2020

Hace 26 años la decoradora aficionada Yoyis de Mejía visitó un lote en el que imaginó una casa para ella. La idea de construir un espacio para el descanso en este lugar, sobre el lago Calima, en el Valle del Cauca, la acompañó durante dos décadas, tiempo en el que sin una formación profesional, diseñó este proyecto.

Hace seis años tuvo la oportunidad de comprar el terreno y hacer realidad su sueño. La construcción propuesta aprovecha los valores paisajísticos del entorno para instalarse cerca de la orilla del lago como un estadero abierto. Una especie de ramada que recoge a las personas bajo un techo a cuatro aguas.
La disposición de la vivienda en la parcela está definida para que el frente quede orientado hacia el agua. La cubierta predomina en la volumetría gracias a su altura. Las fachadas son puertas de gran tamaño que, al abrirse por completo, desaparecen. Esto logra desdibujar la masa del proyecto
y consigue uno de los objetivos principales de su dueña: tener el lago como un fondo inmediato al entrar en el espacio interior.

La zona social bajo la gran cubierta no solo recibe a los visitantes, sino que enmarca el panorama. Al traspasar esta estancia- umbral se llega a una terraza descubierta, animada por una piscina y un jardín plano que luego baja en un talud hasta la orilla. La casa se abre, entrar en ella es una invitación a volver a salir, atravesarla y habitar el adentro y el afuera como una sucesión de espacios continuos donde la vida social ocurre.

Una cubierta de gran altura cubre del sol al espacio central de la casa. Desde aquí, la apertura de las fachadas propicia un vínculo con el clima del lugar.

La decoración y los muebles recogen los materiales, texturas y colores de la vivienda.
La zona de servicios está apartada de las habitaciones y los recintos para el encuentro familiar. Separar estas funciones le da a la residencia una connotación completamente social, que se relaciona con la herencia española de las viviendas burguesas campestres.

El blanco de los muros interiores refleja la luz natural y da la sensación de amplitud.
Con cuatro habitaciones, esta finca puede albergar cómodamente a catorce personas al tiempo. El sistema estructural que soporta el techo consiste en columnas de hormigón armado enchapadas en ladrillo. Las pérgolas de madera y las puertas terminadas en tejidos de fibras vegetales dan al lugar un ambiente cálido mientras permiten el paso del viento. La decoración, también propuesta por la dueña, pasa a un segundo plano y les cede protagonismo a las proporciones del espacio interior y a los materiales de muros y cubiertas.
El clima determina la forma de la casa. Esta región tiene la particularidad de ser muy caliente durante el día, pero en la noche las temperaturas bajan. Esto da origen a dos estrategias claramente implementadas. Por un lado, si bien las fachadas se abren durante las horas de sol, en la noche la vivienda se puede cerrar para protegerse de las brisas que provienen del lago. En segunda instancia, la tipología constructiva se encarga de generar diferentes grados de penumbra y sombra.

DENTRO DE LA IMAGEN HORIZONTAL DEL PROYECTO DESTACA EL TECHO A CUATRO AGUAS. LOS JARDINES COMPLEMENTAN EL ESPACIO INTERIOR.
En contextos con climas tropicales es usual que el elemento definitivo de las construcciones vernáculas sea precisamente una cubierta. Este proyecto aprende sus lecciones del bohío –un tipo de cabaña propia del trópico– y las aplica en una espacialidad unitaria, pero mezclada con las condiciones climáticas que le rodean. ■