Una casa en la costa colombiana con un interiorismo entre clásico y contemporáneo
texto y fotografía: Mónica Barreneche / octubre 29 - 2021
Durante la época dorada del interiorismo minimalista el blanco fue protagonista, en contraste con el colorido exagerado que marcaba tendencia a finales de los años setenta. Este tono fue utilizado hasta que pasó de moda y quedó relegado. Cuatro décadas después, la diseñadora de interiores barranquillera Marcela Cure se inspiró en él al recibir este proyecto de gran escala, en el que la espacialidad y una buena colección de arte sirvieron como punto de partida.
“El diseño original de esta casa, de estilo moderno de ciudad costera de principios de la década del 2000, funcionaba bien como esqueleto. El reto era saberla vestir desde el fondo y traerla a la contemporaneidad”, comenta Cure. Las puertas de color son una insignia en los proyectos de la diseñadora, y en esta vivienda un portón azul noche da la bienvenida a un ambiente de doble altura, donde grandes losas de mármol blanco, una araña de la compañía Vibia, una obra del artista barranquillero Álvaro Barrios y un calado de madera –creación de Marcela– desempeñan un papel importante en un lugar casi museográfico. “Con excepción de este espacio, los techos de la casa son especialmente bajos y por esto sentí que elementos clásicos en ciertas áreas, como las molduras en paredes y el piso de madera en espina de pescado, serían un acierto”.
Si bien la sala principal y el estudio tienen esta narrativa clásica, el comedor rompe con todos los esquemas sin desentonar. “Me entregaron una lámpara de cristal de Murano absolutamente colorida, que debía estar en el centro, y a partir de ahí recibí carta blanca para diseñar lo que sería este espacio. Resolvimos el interiorismo al incorporar una mesa de mármol tipo ajedrez con una base de bronce y las sillas Elliott, de Kelly Wearstler. Una obra del maestro Barrios selló el concepto”.
La casa está habitada por una numerosa familia con distintos intereses y diversas actividades. Razón esencial para separar la zona social de la privada. Al hacerlo, la diseñadora no quiso romper la linealidad del espacio y por eso camufló la entrada al área de los dormitorios detrás de las molduras de una pared infinita. Abrir esta puerta es ingresar a otro mundo, donde se evidencia la personalidad de cada residente. Marcela diseñó los espacios de acuerdo con los gustos y necesidades de cada integrante de la familia, sin perder la homogeneidad en los acabados de los baños y las zonas comunes. De esta manera, universos individuales se abren de puerta en puerta y van desde paredes rosa, papel de colgadura de corte botánico y camas con velo y dosel, hasta lo masculino de las camas tapizadas en verde esmeralda y gris oscuro abollonadas –de tal forma que parecen sofás contemporáneos– y el arte moderno colocado estratégicamente.
“Con la habitación principal quisimos hacer algo imponente. La doble altura del lugar nos dio la pauta para proponer una cama con dosel descubierta, que enmarcara las obras de la artista colombiana Maripaz Jaramillo. Con este elemento pudimos poner un pie de cama en terciopelo azul turquesa, abullonado, para completar el estilo cásico- contemporáneo con el toque latin punch de toda la casa”, finaliza la diseñadora. ■
Cinco puntos a destacar
*La doble altura de algunos espacios se aprovecha para crear una propuesta casi museográfica.
*El comedor rompe la narrativa clásica de otros ambientes, sin desentonar.
*La puerta que separa las zonas privadas de las sociales está mimetizada en las molduras de una pared que parece infinita.
*Las áreas privadas de la casa están compuestas a partir de los gustos de sus habitantes, sin perder el hilo conductor.
*Las camas con dosel les dan un carácter especial a las diversas habitaciones.