Una fortaleza familiar al suroeste de Suecia
Fotografía: James Silverman Producción: Miriam Söder+ Emil Karlsson Texto: Philippine Wright / octubre 1 - 2018

Näset, península ubicada al suroeste de Suecia, es conocida por su costa rocosa, los campos de golf y sus pintorescas casas de verano de arquitectura contemporánea. A primera vista no parece haber nada extraordinario en esta caja de madera sin ventanas escondida en un suburbio densamente poblado de Gotemburgo. Sin embargo, con solo cruzar el umbral de esta vivienda, diseñada por el arquitecto sueco Gert Wingårdh, el visitante está en otro mundo, un oasis de calma y tranquilidad.
Villa Kristina, hogar del diseñador de automóviles Anders Bergström, la jueza Kristina Lagercrantz y su hija, se asienta en un terreno rocoso que ha estado en la familia de la propietaria por cinco generaciones. Por lo tanto, era importante aprovechar al máximo la pequeña parcela para establecer un nuevo escondite para los dueños. Con el fin de evitar la costosa y complicada excavación del sitio pedregoso, Wingårdh creó una villa de madera que se erige sobre una serie de columnas, con la casa flotando ligeramente sobre el paisaje.
Vestida verticalmente por una madera de tono claro, lo más llamativo de la vivienda es su falta de ventanas hacia el exterior. La estructura se cierra como una fortaleza, esto se debe a que la privacidad era un elemento clave a la hora de diseñar. “La casa se encuentra en una zona densamente poblada, rodeada por otras villas. Sin embargo, tan pronto entras no ves ningún vecino. Simplemente te metes en tu pequeño mundo”, comenta Bergström, el propietario.
Aislada de sus alrededores, el interior de la vivienda es un refugio abierto y transparente. Sus áreas fluyen una hacia la otra, generando una sensación de amplitud. Por ejemplo, en la sala de estar un sofá integrado con la pared crea un rincón que puede ser aislado con tan solo mover una cortina, sin interrumpir el flujo del ambiente.
“Puedo estar en el dormitorio y solo mirar por la ventana para ver a Kristina tocar el piano en la sala de estar. El jardín central nos permite experimentar diferentes zonas de la casa, incluso cuando no estamos en ellas. Además, a lo largo de los años, el revestimiento de madera cambiará de color, se tornará plateado o blanco, lo que añade una calidad emocionante y dinámica”, dice Bergström.
Situada en la costa, a solo unos pasos del paseo marítimo, la villa ofrece magníficas vistas. Sin embargo, la verdadera obra maestra se encuentra en una empinada escalera de acero que conduce desde la sala de estar hasta un pequeño entrepiso, en una torrecilla que sobresale de la estructura. También revestida de madera, esta área destaca por evocar las torres angulares de observación en el santuario de aves Tåkern, en Glänås, obra de Wingårdh en 2008. “En general, la casa tiene un énfasis amplio y horizontal, por lo que este espacio es acogedor, con una sensación muy diferente al resto del proyecto. La luz se filtra desde la parte superior, creando una fabulosa área de trabajo”, explica el arquitecto.
Para el propietario, la torre también hace parte importante del diseño: “Me gusta la vista cambiante. En la planta baja el patio es tan privado que solo se vislumbra el mar detrás de los árboles, pero cuando subes, obtienes un gran elemento sorpresa: el océano abriéndose más allá”. Una pequeña terraza, accesible desde el patio, ofrece diversos puntos de observación del paisaje.
La familia trabajó de manera estrecha con el arquitecto, que compara el proceso con “un partido de ping-pong, donde las ideas y la inspiración rebotaban entre Anders, Kristina y yo”. Gracias a esta relación creativa, y a una combinación de arquitectura inteligente e ingeniosa, el hogar refleja sin esfuerzo diferentes aspectos de las personalidades de los propietarios.
Siendo el dueño un ávido coleccionista de diversos objetos, incluyendo una pintura en blanco y negro de la sueca Linda Spåman, y otras obras audaces del artista local Kurt Lightner, era importante que en la vivienda se pudieran acomodar los tesoros de la familia. Para Bergström, “uno de los mejores aspectos de la casa es el contraste entre los elementos modernos, el diseño minimalista del espacio, y la madera más tradicional utilizada para revestirlo”. Incluso su torre constituye una reminiscencia a los típicos tejados a dos aguas escandinavos. El diseño no solo complementa las antigüedades del propietario, sino también las piezas de arte moderno de Kristina.
El amor de Bergström por los automóviles también se evidencia en la arquitectura. Un nuevo sistema de ventanas de alta tecnología, de la compañía sueca Hajom, crea un remate impecable donde el vidrio se encuentra con el revestimiento exterior –situación que se asemeja al diseño aerodinámico de los parabrisas de los carros–. Asimismo, esta pasión ocupa un lugar más destacado en la torre, donde dos asientos de un Ferrari 512 BB agregan un toque peculiar al espacio.
No obstante, es más sorprendente que un elemento del trabajo de Kristina como juez se incorpore al diseño. Los arquitectos se volcaron hacia la escalera principal del juzgado de Gotemburgo cuando crearon la que conduce a la azotea. “Nos inspiramos en ella, pero buscamos un resultado completamente diferente. En el Palacio de Justicia está diseñada para retrasar la procesión, forzando a los criminales a meditar sobre la severidad de su castigo. En claro contraste, los escalones poco profundos de Villa Kristina están destinados a proporcionar un ascenso fácil y agradable a la terraza desde la cocina”, afirma Wingårdh.
Por último, el diseño simple de la casa –en forma de cuadrícula– le otorga flexibilidad, un requisito clave para la familia: “Queríamos asegurarnos de que se pudiera adaptar a nuestras necesidades en el futuro, ya sea la adición de más habitaciones o un espacio en el techo más grande”. El resultado es una modesta fortaleza que emerge como un diamante del terreno áspero, transformándose en una amplia y luminosa vivienda.