Arquitectura

El vidrio: el lenguaje de luz en la arquitectura contemporánea

Texto: María Juanita Becerra / 
agosto 19 - 2020
El vidrio: el lenguaje de luz en la arquitectura contemporánea
La tecnología ha permitido el desarrollo de un nuevo paradigma técnico-constructivo de la arquitectura de vidrio, cuya estética define la imagen de un sinnúmero de los edificios actuales. Este material ha estado presente por muchos años, y lo seguirá estando.

La presencia del vidrio en la arquitectura es, a todas luces, atrayente y sugestiva: el hecho de que sea un material no-material, que define y modela el espacio, le concede un halo de misterio. Más aún, la conjunción entre transparencia y ligereza, característica de la arquitectura de vidrio, es una  metáfora de la dualidad entre lo visible y lo invisible, lo real y lo virtual, el afuera y el adentro.

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Con la introducción del vidrio en la arquitectura se produjo un cambio cultural sin precedentes, se transformó la manera de concebir el espacio, despertó la consciencia acerca de las diferentes propiedades que cualifican un lugar, como los factores de luminosidad y traslucidez, y la función del vacío. En otras palabras, permitió que la luz penetrara al interior de los edificios, y con ello que los sentidos se alteraran: aparecieron luces, sombras, profundidades y reflejos. Su historia se remonta varios milenios atrás: desde la antigüedad, en las civilizaciones siria, griega y romana, y más tarde en Venecia; a finales del Medioevo, tras el surgimiento del estilo gótico; en el periodo de la Ilustración, con la llegada de la Revolución Industrial; y por último en la modernidad y posmodernidad, hasta nuestros días.

Los sirios fabricaron las primeras ventanas, pero fueron los romanos quienes las introdujeron como un componente arquitectónico básico: un elemento funcional y estético, que filtra la luz y el aire, permitiendo a su vez una conexión visual con el exterior. Desde un comienzo se intentó alcanzar el mayor grado de transparencia, sin embargo, esto no fue posible sino hasta la llegada del siglo XX. Durante los primeros años de este periodo surgió la ingeniería del vidrio, con la cual se llevaron al máximo las posibilidades técnicas y estéticas de la arquitectura; aquello que conformaba sus límites físicos se convirtió en un elemento poco más o menos imperceptible.

A partir de la década de 1990 la aplicación de procesos tecnológicos avanzados permitió la construcción de fachadas multicapas en vidrio, las cuales generaron otras alternativas funcionales y estéticas. En este punto sobresalen obras como el edificio Kunsthaus (1997), en Bregenz (Austria), de Peter Zumthor; la Colección Goetz (1989 – 1992), en Múnich, de Herzog & de Meuron, y el Instituto del Mundo Árabe (1987), en París, de Jean Nouvel. Dichos edificios convergen en un aspecto principal: el vidrio aparece como el elemento luz por antonomasia. Sin duda, constituyen propuestas artísticas que reivindican su potencia creativa, más allá de las soluciones estructurales y de confort climático (control de la gravedad y la relación con la luz).

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En la actualidad, la arquitectura de vidrio está ampliando sus posibilidades debido a la enorme variedad de tratamientos a los cuales puede ser sometido. El progreso tecnológico, sin duda, ha permitido que su potencial se aproveche impulsando tanto una nueva estética de la arquitectura como un nuevo paradigma técnico-constructivo. En suma, su presencia en los edificios permite alcanzar los ideales de ligereza y transparencia –ampliamente difundidos hoy en día–, además de facilitar soluciones constructivas livianas y sobrias.

Un buen ejemplo de lo anterior es la arquitectura de RCR Arquitectes (premio Pritzker 2017, reseñado en la revista AXXIS 277), la cual trasciende los axiomas disciplinares –como el principio lecorbuseriano de la forma sigue a la función–, dando origen a una gran variedad de atmósferas. Su obra reduce al máximo el número de elementos interpuestos entre el interior y el exterior. De ahí que el concepto de cerramiento haya sido reinterpretado.

El proyecto Carpa en el Restaurante Les Cols en Olot (Girona, España), realizado por RCR Arquitectes, es un claro exponente de esa premisa. Allí, el vidrio transmite las formas, colores y texturas de la naturaleza circundante; y aún más que eso: evoca el paso del tiempo.

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Asimismo, el auditorio Sage Gateshead (Gateshead, Reino Unido), proyectado por Foster + Partners, finalizado en 2004, incorpora el vidrio de una manera excepcional, aunando el diseño acústico, los principios de sostenibilidad y –desde luego– la estética vanguardista. Una cubierta ondulada de vidrio reviste tres escenarios principales. Pero eso no es todo: tiene la capacidad de recogerse y estirarse en función de los requerimientos del edificio, es decir, de los visitantes (aproximadamente medio millón al año) y los transeúntes.

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También hemos de referirnos a uno de los edificios más emblemáticos de la arquitectura de vidrio del nuevo milenio: The Shard (Londres, Inglaterra), diseñado por el arquitecto Renzo Piano e inaugurado en 2012. Se trata de un rascacielos en forma de pirámide, cuya altura asciende a los 300 metros, siendo de los edificios más altos del continente europeo. La idea inicial consistía en crear una especie de ciudad vertical, donde fuera posible vivir, trabajar y descansar simultáneamente.

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No obstante, su cualidad más notable hace referencia a la fachada de vidrio, la cual está compuesta por placas fotovoltaicas que aprovechan la luz solar, al mismo tiempo que reducen las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Sobre ese mismo eje cabe mencionar la Torre de Bitexco (Ho Chi Minh, Vietnam), diseñada por Carlos Zapata Studio y construida entre 2006 y 2010. Su forma reproduce la flor de loto, que simboliza la vitalidad y la pasión de los vietnamitas. Asimismo, su estructura de más de 260 metros de altura (tercera más grande del país) se encuentra revestida por 6.000 paneles de vidrio templado de varias dimensiones y curvaturas. Dichos paneles se adaptan a los requerimientos lumínicos de las diferentes áreas del edificio, y sus colores se alteran de acuerdo con la cantidad de luz solar recibida en el trascurso del año.

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El diseño poliédrico de la sede de Osakidetza (Bilbao, España), edificio construido a manos del arquitecto Juan Coll-Barreu e inaugurado en 2008, expresa dinamismo a través de la transformación de los prismas de su fachada, cuya superficie refleja la luz natural y las construcciones adyacentes. La fachada, así, nunca es la misma. Esta, además, se pliega y despliega para –de alguna manera– acoger a los ciudadanos y transmitir un sentimiento de servicio a la comunidad.

Por último, el edificio Aldar (Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos), diseñado por MZ & Partners y finalizado en 2010, ha sido reconocido por su carácter innovador. Su forma semiesférica, que abarca dos fachadas convexas unidas por una estrecha franja de vidrio corrugado, lo convierte en una obra icónica de la arquitectura de los últimos años. El concepto proviene de la concha de una almeja, la cual simboliza la herencia marítima para la ciudad de Abu Dabi.

Al margen de los edificios con fachadas de vidrio que son tendencia en la actualidad, es importante señalar que el concepto de sostenibilidad desempeña un papel fundamental, pues su producción está evolucionando de manera formidable. Hoy, el 30 % de la materia prima proviene del vidrio derretido. Además, los índices de aislamiento térmico de este material de construcción han aumentado considerablemente gracias a los procesos de alta tecnología.

Uno de esos procesos corresponde al vidrio laminado, el cual forma parte de prácticamente todas las construcciones actuales. Este resulta de una técnica de transformación del vidrio recocido o templado; consiste en la unión de dos o más vidrios mediante películas de butiral de polivinilo (material plástico) de óptima elasticidad, transparencia y resistencia. Las ventajas que aporta se ven reflejadas en el componente de seguridad, ya que disminuye el riesgo de accidentes, reduce el 99 % de los rayos UV y restringe el paso del ruido.

El vidrio laminado es uno de los materiales más versátiles que existen en la actualidad –tanto como el concreto–. Se clasifica según las ventajas que proporciona y los usos para los cuales se fabrica. Así, por ejemplo, en el mercado se comercializan laminados de numerosos tipos: estructural, multilaminado, decorativo, acústico, insulado (aislante térmico y acústico), de control solar y de seguridad (templado o laminado). Con relación a los usos, los vidrios para fachadas de proyectos institucionales (hospitales, universidades, oficinas y centros comerciales) difieren de los de ventanería y de espacios interiores.

• Fachadas: se especifican vidrios de control solar y algunos con características superiores, como los vidrios autolimpiables. Ventanas: son vidrios que, dependiendo de la ubicación, brindarán mejores condiciones de habitabilidad en términos de confort térmico y visual, y protección contra los rayos UV.
• Interiores: la gama de diseño interior es bastante amplia. Al elegir el vidrio es necesario saber qué función va a desempeñar dentro del espacio. Si se busca privacidad, por ejemplo, se sugiere uno opalizado; si se pretenden hacer divisiones lo ideal es emplear de seguridad; si la intención es usarlo en pisos o escaleras, se deben utilizar líneas especializadas.

Con todo y lo anterior, salta a la vista que, hoy en día, el uso del vidrio no se limita a fachadas arquitectónicas, sino que está presente en todos los espacios (interiores y exteriores). Actualmente, este material se maneja en el diseño de mobiliario, baños, cenefas, revestimiento de muros, entrepaños, puertas interiores, barandas, paneles de información publicitaria, etc. En pocas palabras, ofrece un sinfín de posibilidades a los arquitectos e interioristas. ■

 

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