VILLA WIENBERG, ARQUITECTURA ESCANDINAVA
fotografía: james silverman Producción: jodi kelly - louise willet texto: caroline ednie traducción: gabriel hernández / mayo 26 - 2015
Para la pareja de arquitectos integrada por Martin y Mette Wienberg pasarse de su apartamento en la atareada y vibrante Copenhague al sosegado suburbio de Aarhus significaba algo más que trastear sus muebles; implicaba cambiar el ritmo agitado de la actividad urbana por la tranquilidad de la vida entre los bosques de pinos.
Con el fin de honrar la exuberancia de este frondoso entorno, los Wienberg construyeron un hogar que no solo refleja el espíritu de los alrededores en los materiales y la ambientación de los interiores, sino que también incluye en el diseño cada árbol y planta del lugar. “Queríamos crear la sensación de vivir en lo profundo del bosque, por ello la mayoría de las ventanas están ubicadas exactamente frente a alguno de los pinos para realzar la impresión de estar rodeados por la naturaleza”, comenta Mette Wienberg.
Y en su empeño por crear un hogar familiar semirrural, aprovecharon una cabaña de madera de 80 metros cuadrados que existía en el lugar y con algunas modificaciones la integraron al diseño, agregándole una nueva pared exterior y ventanas adicionales. Al recuperar el tono oscuro de la madera del revestimiento de la fachada original, los arquitectos duplicaron el área de la construcción mediante una ampliación que rodea y está involucrada con la casa para configurar la Villa Wienberg actual.
Las áreas compactas y los techos bajos de la cabaña original conforman hoy la entrada principal y la zona del comedor y la cocina. Sin embargo, Mette y Martin se lanzaron a crear ambientes más altos y abiertos en la nueva ampliación. Como resultado, todo fluye hacia afuera y hacia arriba. El conjunto lo complementa el acondicionamiento del dormitorio para los Wienberg y sus hijos, insertado en el volumen en “U” de la casa original.
“Los ambientes interiores fueron diseñados con un sentido de ritmo que modula desde los pequeños cuartos compactos hasta la zona de estar más espaciosa, de ahí hasta el área de doble altura que lleva al segundo nivel. También creamos aberturas en cada espacio para establecer conexiones, de manera que desde la entrada se ven la cocina y el comedor, y desde el estar, la alcoba principal. El patio interior también ofrece aspectos de la casa antigua y de la nueva”, explica Mette.
La fluidez y el ritmo de los espacios se repiten en los acabados interiores, que abarcan desde el blanco brillante, el concreto y el acero de las zonas utilitarias, como la cocina, hasta el contraste dramático de los tonos y texturas negro mate del baño y la madera oscura del patio interior. Esta experiencia monocromática hace la transición a la rica calidez del enchape de nogal del estar y el estudio en el segundo nivel.
Lejos de representar un gran gesto de arquitectura, esta obra es, simplemente, el hogar familiar y funcional que Martin y Mette habían soñado, y que ella reconoce como una experiencia realmente satisfactoria: “Mi esposo y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo –nos encontramos cuando estudiábamos arquitectura–. De hecho, hemos pasado años enteros compartiendo ideas acerca del diseño de nuestra casa. Así que, desde los primeros trazos, ya estábamos de acuerdo en los principios básicos del diseño y los materiales. ¡No hubo peleas! Todo resultó bastante fácil”. Y eso, se nota.