Esta es la arquitectura de una casa en residencial del nororiente de Bogotá
Fotografía: Iván Ortiz. Producción: Ana María Zuluaga. Texto: Gabriel Hernández. / junio 9 - 2014

Cuando se trata de construir una vivienda, pensar el espacio significa manejar distintas escalas: la magnitud regional y urbana, que se mide en kilómetros cuadrados y hectáreas; la dimensión arquitectónica, ajustada en metros cuadrados; y también el cuidado en los detalles, con centímetros y hasta milímetros que cuentan.
En la Universidad Nacional, donde estudió arquitectura, Jimena Londoño adquirió la sensibilidad por las distintas escalas del diseño en medio de un ambiente académico animado por la presencia de maestros como Enrique Triana, y con permanentes conferencias de figuras de la talla de Rogelio Salmona y Guillermo Restrepo, su mentor en interiorismo.
Esa visión integral, que formó en la academia, ahora la revela su firma JLArquitectura y Mobiliario en esta casa de 320 metros cuadrados, ubicada en uno de los pocos barrios netamente residenciales que sobreviven en los cerros nororientales de Bogotá.
El trabajo, encargado por una pareja joven con un hijo, consistió en tomar la unidad esquinera de un conjunto de casas pareadas, que compartían un mismo lote, y plantear un diseño nuevo acorde con las necesidades de la familia y con las tendencias estéticas actuales.
En lugar de la antigua construcción de ladrillo y tejado a dos aguas, apareció un volumen de superficies planas con elementos de composición verticales que le dan movimiento a la fachada. Además tiene tonos grises que, de alguna manera, recuerda la casa de Rietveld Schröder de 1924. Jimena logró que el jardín rodeara la mayor parte de la casa de manera que no hay en el diseño un “frente” y un “posterior”, con lo que liberó una mayor área de fachadas para llevar luz natural y vista al interior.
A la casa se entra cruzando el antejardín o, a la vuelta de la esquina, por el garaje. En el primer piso está la zona social con estar de televisión, sala comedor y cocina independiente. Y sobre un jardín interior se ubicaron la zona de ropas, la alcoba de servicio y el depósito.
Una escalera de pasos sueltos con estructura en viga de acero sube al segundo piso en el que se encuentran dos habitaciones con baño, la alcoba principal y un estudio, que sirve como cuarto de juegos, de huéspedes o futura alcoba, en vista de que la familia está creciendo.
Cambiando de escala, los muebles diseñados en la oficina de Jimena y construidos en su taller en asocio con Camilo Hernández, evocan la riqueza material del diseño europeo de los años cincuenta y sesenta, visible en las texturas de los tapizados de Maritel del Nogal, la selección de las maderas y su combinación con metales, como sucede con un mueble, de tres patas con punteras de bronce, que se mezcla con una lámpara roja de Kartell y un espejo de marco dorado, al estilo de los recibidores de las casas de otros tiempos.
Ecléctica en su ambientación, la zona social reúne elementos de distintas procedencias como la lámpara persa junto a la entrada, las cabezas chinas sobre bases de madera, diseñadas por Jimena, y obras de arte como una pintura de Carlos Jacanamijoy, sobre el umbral de la ventana, y otra de Alejandro de Narváez, sobre el volumen gris pizarra de la chimenea.
Tras el sofá rojo para ver televisión, con soporte para los pies, un mural de Coordinados, que presenta una imagen de Manhattan con el puente de Brooklyn en primer plano, abre dos de sus módulos para dar acceso a un depósito y al baño de visitas.
Hablar de detalles en esta casa, ejecutada por Construcciones Majholica, es entrar en un mundo de reflexiones y búsquedas. Así lo muestran en la alcoba principal las lámparas que cuelgan sobre las mesas de noche dejando libre la superficie, el capitoneado de cuero blanco en la cabecera de la cama, diseñado a cuatro manos por la dueña de casa, o el recubrimiento de poliuretano blanco brillante de la línea de clósets, con lo que queda claro que el diseño surge del diálogo entre las motivaciones del arquitecto y las necesidades y deseos de su cliente.
Por eso, al recorrer los espacios y al usar el amueblamiento de esta obra de Jimena Londoño, se percibe cómo cada elemento de diseño tiene un análisis, un propósito y, sobre todo, una historia.