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FOTOGRAFÍA HECHA ARTE

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junio 11 - 2014
FOTOGRAFÍA HECHA ARTE
¿Cómo lograr que la fotografía fuera arte? Esa pregunta, hace más de diez años, comenzó a meterse en la mente del colombiano Max Steven Grossman. En aquel momento, el mundo de los textiles le hablaba al oído pues tenía sobre sus hombros el emporio familiar que había construido su padre, un empresario textil. Sin embargo, su vida […]

¿Cómo lograr que la fotografía fuera arte? Esa pregunta, hace más de diez años, comenzó a meterse en la mente del colombiano Max Steven Grossman. En aquel momento, el mundo de los textiles le hablaba al oído pues tenía sobre sus hombros el emporio familiar que había construido su padre, un empresario textil. Sin embargo, su vida tomó un norte distinto: la fotografía. Eso lo llevó a exponer en Colombia y en otros países.

Nació en Barranquilla, pero creció en Bogotá, con lo cartagenero de su padre y lo bogotano de su madre, entre la tienda de diseño de accesorios de decoración de su familia materna; el colegio Colombo Hebreo, donde estudió; las visitas a las sinagogas y las reuniones familiares, después del sabbath, en la casa de la abuela de su mamá (de ascendencia turca y francesa) donde se encontraba con familiares de su padre (de ascendencia rumana).  En  la Universidad de Philadelphia se hizo ingeniero textil para continuar con el negocio de la familia; pero en eso trabajó apenas seis meses, pues una máquina despertó su pasión: la Canon AE-1 de rollo. Hasta ese momento era solamente un turista con cámara en India y Nepal, luego hizo un curso de fotografía en el que la naturaleza se convirtió en “su modelo” consentida. El periodista Isaac Lee reconoció el espíritu de Max como fotógrafo y le dio su primer trabajo en el oficio: recorrer el Magdalena de principio a fin; una labor periodística que lo inmiscuyó en el mundo editorial durante dos años.

Aunque esas imágenes le interesaban -como él mismo dice- lo que quería era estar catalogado dentro del entorno artístico más que en el periodístico, “prefería algo más íntimo, por mí y para mí”, afirma. Por eso, hizo una maestría en artes con especialización en fotografía en laUniversidad de Nueva York (NYU) y comenzó a escuchar lo que  la ciudad quería decirle. “De inmediato, esos detalles naturales que capturaba se convirtieron en texturas, colores y primeros planos de la urbe. Un acercamiento abstracto a la arquitectura”, explica. De ese trabajo, en gran formato, salió Rótate, su primera exhibición en Colombia, en la Galería La Cometa. Allí, los observadores podían rotar sus obras para verlas desde varios puntos de vista. Esa fue su entrada al circuito del arte. Según lo explica el reputado curador Eduardo Serrano: “Max tuvo el comienzo de quien está en búsquedade lo estético, pero fue esa clara inclinación lo que lo llevó, más adelante, a lo abstracto”.

Max agrega: «No tengo ninguna base arquitectónica, mi trabajo es de observación. Pienso que los edificios son como las montañas, solo me fijó en las perspectivas y las paralelas. Es un lenguaje visual». Por eso, en cambio de lograr la imagen predecible, ha preferido pararse en el punto donde puede cancelar la perspectiva para volver bidimensionales las edificaciones. “Los errores aparentes son los que me gustan y los logro gracias a mi óptica”, dice.

Hoy acepta que de la ingeniería textil lo único que se relaciona con sus fotografías es una conexión evidente entre su visión de las construcciones con las texturas,  las telas, las tramas y los tejidos.

Ya ha participado en exposiciones de la Fundación Basilea en Suiza, y estuvo en la Nuevos Talentos, de Carla Rey Arte Contemporáneo, en Buenos Aires, Argentina, en 2011, el mismo año en el que presentó la última serie de Paisaje de Libros, en el Museo de Arte Moderno de Barranquilla, curada por Álvaro Barrios; muestra que empezó conBeatriz Esguerra, en el 2006, y que también ha estado en Artbo,Odeón y Art Wynwood, Miami. El año pasado, la imagen del afiche del Festival Internacional de Cine de Cartagena fue una de las obras de la serie Olas,  que expuso en el Museo de Arte Moderno de Cartagena; también participó en el calendario de Propal 2013, curado por Eduardo Serrano.

Y reconoce que aunque la fotografía análoga lo recibió, fue en la digital en la que encontró su lugar: ya que toma una imagen y ahí comienza su reto para modificarla, trabajarla en su computador y convertirla, como él dice, “en algo más”.  Este proceso le puede tomar días o semanas. El resultado es impredecible. Por ejemplo, enOn the Road , muestra curada por Paula Silva, varias líneas de colores, en un solo sentido y que van de lado a lado, resultan ser carros en movimiento de diferentes ciudades. En resultados como este se evidencia que sus fotografías parecen pinturas, con una marcada influencia de artistas que han despertado su interés comoMark Rothko por la forma y el color, Agnès Martin por su minimalismo, o Edvard Munch por su surrealismo.

Como dice Eduardo Serrano, «Max no es un fotógrafo, es un artista que se expresa por medio de la fotografía. Su obra se inscribe en la línea más brillante contemporánea, porque su trabajo lleva al observador a reflexionar sobre puntos importantes como, por ejemplo, la velocidad».

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