La arquitectura tiene el poder de contar historias familiares
Fotografía: Mateo Pérez. Producción: Ana María Zuluaga. Texto: Eugenia Gaviria. /
septiembre 10 - 2014

La sensación al entrar es la de estar en una casa a las afueras de la ciudad rodeada por la naturaleza, pero al recorrerla se descubre que la urbe se encuentra debajo y la vista sobre esta puede dejar sin aliento a quien la visita por primera vez.
Ese fue el punto de partida del arquitecto Andrés Murgueitio, quien remodeló esta vivienda y logró plasmar el espíritu joven y fresco de los nuevos habitantes, una pareja joven, con hijos pequeños y una vida social activa, que deseaban que cada rincón fuera un lienzo en blanco para contar su propia historia.
Murgueitio define el proceso de diseño como la clave para entender la historia de los nuevos habitantes de la casa, donde la arquitectura debe ser protagonista por sí sola, pero nunca debe competir con los elementos y detalles que narran la trama principal de los dueños. Por eso tuvo la oportunidad de participar en cada detalle de decoración y ambientación de este proyecto.
Las lámparas de distintas décadas y materiales, entre las que están una de los años sesenta y de firmas como Inmaculada Concepción y Kartell, sobresalen en la decoración. En la sala se roban las miradas el centro de mesa de los años cincuenta y un cenicero de cristal de Murano, traídos de San Telmo, Buenos Aires, y los cojines que decoran el sofá de paño gris azuloso.
Por su parte, en el family, planteado como un elemento adjunto al salón del apartamento, resaltan las dos cajas de luz de la artista Ali Toscani, hija del famoso fotógrafo italiano Oliviero Toscani, y la biblioteca, diseño del arquitecto Murgueitio.
La demolición
Durante este proceso apareció una arquitectura llena de relaciones horizontales y verticales, que por su estructura multinivel finalmente se convirtió en el alma y punto fundamental del diseño, gracias a esto las escaleras y circulaciones son elementos claves para generar el juego entre el interior y el exterior, en la medida que se recorre el espacio.
Distribuido en aproximadamente 300 metros cuadrados –además de 100 metros cuadrados de terrazas– y organizado en cuatro medios pisos, este apartamento alberga en el primer nivel el hall, un jardín y un cuarto de huéspedes con su baño; en el segundo, el comedor, la cocina y otra habitación; en el tercero, la sala y, adjunto a esta, un family con terraza y otro dormitorio; en el último, un cuarto con zona de juegos y la alcoba principal con su baño, walk in closet y una terraza con vista panorámica hacia el noroccidente de Bogotá.
Cada uno de los espacios tiene un carácter único y personal, donde las obras de artistas como Pedro Ruiz, Miguel Bóhmer, Ali Toscani, Federico Uribe y Mario Vélez son protagonistas y van de la mano con el principio fundamental de diseño de Murgueitio, quien afirma que la arquitectura es “un ejercicio que busca crear un contenedor, un contenedor básico que reciba la historia de quien lo habita, pero que también, antes de estar lleno, cuente su propia historia”