Cómo decorar su primera casa y no fracasar en el intento
Texto: Camilo Garavito Producción: Ana María Zuluaga Fotografía: Andrés Valbuena / mayo 3 - 2017
Finalmente, después de mucho buscar, tras visitar infinidad de espacios, algunos amplios, otros más pequeños, unos oscuros, otros iluminados, algunos exteriores y extrovertidos, otros íntimos y reservados…, llega el momento en el que encontramos aquel lugar con el que podemos identificarnos, donde descubrimos esa conexión que no habíamos experimentado antes, a partir de la cual podemos empezar a imaginar nuestra vida por venir. Y recién terminada esta nada fácil tarea de búsqueda, llega un nuevo reto: el de apropiarnos de aquel lugar que hasta ahora nos había sido ajeno, acomodarlo a nuestros gustos y necesidades, amoldarlo a nuestra personalidad. Con un sinnúmero de opciones disponibles y tantas decisiones por tomar, es fácil sentirse abrumado y no saber por dónde empezar. Lo más importante: mantener la calma y, simplemente, arrancar.
“Para gustos, colores”, dice el antiguo refrán. El color es precisamente el mejor lugar para comenzar a vestir nuestro nuevo espacio. El blanco suele ser muy común, y normalmente lo encontramos abarcando la mayoría de los muros de la casa, si no todos. Constituye un buen punto de partida, pues se considera versátil, neutro y tranquilo, aunque es importante salir de ahí prontamente. Los grises suaves, en tonos más fríos o más cálidos, ofrecen opciones para complementar sin perder luminosidad, manteniendo la neutralidad en los ambientes mientras nos libramos de la dictadura del blanco.
Otra buena estrategia para inyectarle vida a nuestra nueva casa es encontrar los muros más visibles e importantes, los puntos focales, y resaltarlos con tonos fuertes, ya sean grises o coloridos, incluso con texturas y papeles de colgadura. La paleta puede definirse por el material del piso, los muebles u obras de arte que nos sean más significativos o, simplemente, a partir de los colores que más nos gusten. Solo hay que tener en cuenta que mientras más claras sean las paredes, más grandes e iluminados se verán los espacios, así que es importante mantener el balance.
Los más arriesgados llenarán sus espacios de color, haciéndolos ver un poco más pequeños y, quizá, se cansen pronto de ello. Aunque en el fondo, ¿qué importa? Finalmente, una de las cosas más fáciles para hacer en una casa es cambiar el tono de las paredes. En términos generales, la recomendación consiste en siempre jugar con los contrastes, más fuertes o más sutiles: el blanco enfrentado a diversos colores, las superficies planas complementadas con otras texturizadas, y los muebles cálidos, naturales e irregulares resaltados por estar en compañía de otros lisos e impecables.
Haciendo cuentas rápidas, fácilmente podemos afirmar que pasamos casi un tercio de nuestras vidas en la cama, lo cual la convierte en uno de los muebles más importantes de la vivienda. Es recomendable invertir en una buena, en la que nos sintamos perfectamente cómodos, que responda a las necesidades de nuestro cuerpo y a las proporciones del lugar (una demasiado grande puede hacer sentir la habitación muy pequeña).
Siendo un elemento que no se cambia frecuentemente, mejor optar por un diseño clásico y sencillo, que sea fácil de complementar y transformar a partir de sabanas, colchas y cojines. Las mesas de noche, aparte de su utilidad, son indispensables para completar este ambiente y responderán al estilo que imponga la cama. De nuevo, para espacios pequeños se recomienda que sean ligeras y esbeltas para que dejen fluir el aire y la luz.
Para las áreas sociales (la sala, el comedor y, cada vez más, la cocina) es aconsejable seguir el mismo método: empezar en neutro e ir agregando color y textura poco a poco, a partir de alfombras, mobiliario y decoración. De nuevo, los muebles deberán responder al tamaño del espacio y al estilo personal de cada uno, pues terminarán de consolidar el carácter de la vivienda: fríos e industriales con patas metálicas y superficies de vidrio; cálidos y acogedores con telas mullidas y maderas de texturas profundas; clásicos y atemporales tapizados en cuero imperecedero…, opciones hay muchas y escogerlas será un tema de comodidad, identidad y estilo.
No olvidemos que los muebles grandes (comedor, sofá y mesas de centro) se cambian con menos frecuencia, por lo cual podemos adoptar una estrategia similar a la de la cama: ir por algo que nos satisfaga del todo y que sea fácilmente personalizable a partir de elementos decorativos: telas, cojines, plantas…, una transformación en estos elementos puede darle un giro completo a un espacio. En este aspecto, los espejos son un elemento versátil, pues llenan los ambientes de luz, los agrandan y generan perspectivas completamente cambiantes.
A la hora de decidir sobre la iluminación, se deben tener en cuenta un par de criterios muy sencillos. Primero, la casa gana en calidez y carácter en la medida en que sea menos homogénea. Luces y lámparas pueden utilizarse para resaltar muros, muebles, elementos y texturas, dando un aspecto más escenográfico. Segundo, es clave usar siempre luces cálidas para los espacios de estar, pues las frías generan sensaciones menos hogareñas. Y volviendo al punto inicial, hablando de mantener la calma y disfrutar el proceso, es importante siempre recordar que no hace falta resolver todos los espacios de la casa a la vez. Por el contrario, vestir la vivienda suele ser un proceso largo que se alimenta con el paso del tiempo. Hay quienes dicen que no termina nunca. Lo importante es empezar.