Naturaleza flotante en esta cabaña considerada patrimonio arquitectónico
Texto: Lori Cohen / Bureaux Producción: Sven Alberding / Bureaux Fotografía: Greg Cox / Bureaux / enero 9 - 2018
A sus propietarios, Craig y Christian Tabor-Raeside, les tomó varios intentos encontrar el color perfecto para su casa recién remodelada. Fue un verdadero desafío para los ahora residentes de Bo-Kaap: el “barrio malayo”, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, con cerca de 170 años de antigüedad y famoso por sus filas de cabañas multicolores. Al final optaron por el marsala (color del año 2015 según Pantone), pero más allá del tono terroso del exterior, la vivienda de tres pisos presenta una sofisticación monocromática dominada por el exuberante jardín vertical que ofrece una perspectiva inesperada en dos de los niveles.
Craig compró esta cabaña hace más de una década, mientras residía en Londres. Cuando regresó a Sudáfrica, su “propiedad de inversión” resultó ser el espacio ideal para echar raíces y trabajar su “músculo de diseño”. Para darle vida a su visión, llamó a su amigo y arquitecto Chris van Niekerk, de The Fold Architects.
“Cuando miré los planos, me di cuenta de que lo que parecía área de la Alcaldía, era en realidad parte de mi propiedad. Me enamoré de la idea de usarla para construir un jardín vertical”, afirma Craig. Otro descubrimiento –revelado cuando el techo original requirió reparaciones– fue el potencial de la vista sobre la colina Signal Hill, así que agregó un espacio de terraza en su remodelación. El resto de las decisiones las dejó al arquitecto. “Tenemos un gusto similar, así que le di a Chris libertad para hacer lo que quisiera”.
“Craig deseaba mucha luz y lograr un sentido de amplitud que desmintiera el tamaño real”, recuerda el arquitecto. Para ello realizaron la apertura de la pared orientada al sur del lote e instalaron ventanales con marcos de acero. “Estas ventanas permiten, además, que el jardín sea visible desde cualquier parte de la casa”. Un piso de listones en el segundo nivel es otra solución simple para extender la iluminación natural a través de ambos pisos.
Tras la remodelación, una lluvia de luz y un jardín vertical reciben al visitante tan pronto ingresa. La planta baja, un amplio espacio escalonado, está compuesta por la cocina, el comedor y un salón. Es un ambiente simple pero acogedor que tiene detalles que suavizan los materiales rudimentarios. La estructura de isla de la cocina y las columnas están hechas en hormigón a la vista, su textura se realizó de acuerdo a la madera de las alacenas, mucho más delicadas. Las ventanas, con marco de acero negro, diseñadas por el arquitecto, tienen incrustaciones de vidrio color bronce para darle un toque glamuroso. “Era una manera simple en que podíamos usar el bronce con moderación para infundir un sentido poético a un elemento funcional”.
Aparte del jardín vertical, la característica dominante del primer piso es la escalera de acero negro que lleva al segundo nivel. “Es realmente única. Nos tomó cerca de seis meses crearla, cada escalón debía doblarse a mano para asegurarnos de que quedara en el ángulo correcto. Me encanta la forma en que las cuerdas de acero del costado suben hasta el techo”, afirma el arquitecto.
La sala de estar en la planta baja está llena de objetos del diseñador británico Tom Dixon y de otros icónicos (la compañía del propietario, Créma Design, importa piezas a Sudáfrica, muchas de las cuales inevitablemente se han convertido en accesorios permanentes en su hogar). El segundo piso está compuesto por dos habitaciones, un baño y un espacio abierto que crea un “patio en el aire”. “Es genial tener un área exterior en el nivel del dormitorio. Pasamos las mañanas tomando café y leyendo el periódico. También conecta el cuarto de invitados con el principal, lo que lo hace más social”, explica Craig.
Debido a que la fachada patrimonial de la casa requería un trabajo extenso, el arquitecto tenía libertad y tiempo para jugar con los espacios interiores, lo cual aprovechó para asegurar tanta iluminación natural como fuera posible. El uso de drywall en el segundo piso permitió ubicar las habitaciones de forma que se maximizara el flujo de luz sin verse restringido por muros estructurales. “Como ese nivel es tan liviano pudimos elegir una pintura muy oscura para las paredes y colorear el suelo de negro. Cuando subes las escaleras sientes que estás entrando en un lugar tranquilo y especial”. Los tonos orgánicos y el piso negro funcionan con la pared frondosa que le da a la vivienda una característica de “jardín en el aire”. Es un secreto que no se puede adivinar sin cruzar el acceso de esta cabaña escondida en la colina que domina la ciudad.