Una arriesgada remodelación le devolvió vida a este apartamento bogotano
Fotografía: Iván Ortiz. Producción: Diana Tovar. Textos: Soraya Yamhure. / septiembre 22 - 2014
Ella es extrovertida y folclórica. Él, perfeccionista, matemático, metódico y estricto”, así define a los propietarios de este apartamento la diseñadora industrial Gina Ríos, quien los asesoró durante el proceso de decoración de esta vivienda de 208 metros cuadrados. Ambos convergen en el gusto por la tecnología, representada en la automatización de persianas, luces, sonido y video de toda la casa: el principal objetivo del nuevo apartamento.
Conozca el edificio 8111, la obra bogotana que participará en la Bienal de Arquitectura y Urbanismo.
La firma Esguerra & Useche terminó de construir el edificio en 2013. De los acabados que venían con la entrega, conservaron las puertas de flor morado mallado. Decidieron redistribuir el espacio, y las modificaciones, lideradas por el arquitecto Pablo Moreno, consistieron en integrar la cocina con la zona social, ampliar el baño principal y la habitación del nuevo bebé.
Además, pusieron madera en el piso, pintaron las paredes de blanco y vistieron las ventanas de piso a techo con persianas de láminas de madera color hueso.
Para lograr el objetivo de tener una atmósfera iluminada, instalaron estratégicamente bombillos led en el suelo del corredor principal y en el techo, de 2,68 metros de altura, para resaltar las obras de arte de Leonardo Pineda y Luis Camargo. En la sala empotraron una biblioteca blanca, diseñada –como la mayoría del mobiliario y de los acabados– por Gina Ríos, y en la cocina utilizaron enchape del mismo color junto a un sistema de puertas con riel para tener la opción de independizarla.
En medio de la sala y el comedor, una chimenea rectangular de ala flotante con ducto de vidrio transparente delimita los dos espacios, cada uno con una paleta de colores distinta.
El amueblamiento de la primera zona empezó con un sofá en “L” de línea recta; su forma no compite con la del resto de los objetos y la tonalidad neutra deja que sobresalgan los cojines tapizados con telas de Christian Lacroix, la escultura de hierro del artista Édgar Negret y las dos poltronas azules.
Con el fin de contrastar los colores fríos de la sala, la pared blanca del comedor exhibe un acrílico sobre lienzo del artista Danilo Rojas, que reúne en 170 centímetros de largo por 80 de alto gamas de arenas, tierras y mostazas, que se repiten en el tapizado de la banca y las sillas cabeceras de cuero. “Los colores del mobiliario, las curvas de los objetos decorativos y los cuadros reflejan la personalidad de ella. La esencia de él está presente en la chimenea, las líneas rectas y la iluminación”, explica Ríos.
Además de la inclinación hacia la tecnología, esta pareja coincide en la elección de objetos exclusivos y novedosos para su hogar. “Quisimos salir del catálogo al mezclar lo clásico y lo moderno con detalles en accesorios únicos que definen nuestro estilo”, señala la dueña, quien junto con su esposo eligió la lámpara del comedor, elaborada a mano por la artista neoyorquina Lindsey Adelman y compuesta por una estructura de hierro con acabado de grafito oscuro y piezas de vidrio que rodean bombillos incandescentes con filamento a la vista.
Elementos como este simplifican el concepto decorativo del apartamento, que tuvo como principio ambientar de manera innovadora un espacio determinado por la automatización. Remodelaciones de cambio drástico.
Entérese a continuación sobre cuál podría ser la futura capital del diseño mundial