Manejo inteligente del color
Fotografía: Dora Franco. Texto: María Alexandra Cabrera. / junio 16 - 2014
Acondicionar una casa de familia de dos pisos al estilo de vida de sus propietarios fue el objetivo de los arquitectos Carlos Ruiz y Ricardo Jiménez. La vivienda, con un manejo inteligente del color, con sala, comedor, estudio para ver televisión, patio y piscina, se planeó con el propósito de aprovechar todos los espacios durante el día y de diseñar una atractiva cocina con un toque retro que se convirtiera en el núcleo del hogar. La idea, además, era que esta zona permitiera a sus dueños, una familia con tres hijos, tener un lugar especial donde atender a los amigos.
Para lograrlo, se intercambió el área que ocupaban el family room y el comedor. De esta manera ambos espacios se integraron con la cocina, donde destaca un gran mesón de corian y unos paneles de acrílico color ámbar que permiten aislarla o unirla completamente al comedor. La escalera, que era cerrada a los costados con antepechos altos hacia la doble altura de la circulación, se abrió para unir visualmente las distintas zonas de la casa.
También concibieron una circulación que rodeara la biblioteca –ubicada sobre un puente de acero pintado en esmalte brillante–, que los arquitectos construyeron para enfatizar la doble altura y los vacíos del lugar, características que le aportan a la casa un singular atractivo espacial.
Este particular mueble se organizó alrededor de varias piezas de arte de los propietarios, un cuadro de Oswaldo Subero y una fotografía en gran formato del australiano Peter Lik que está en el primer nivel.Otro aspecto relevante es que este elemento puede apreciarse desde varios puntos de la casa gracias al planteamiento abierto de la circulación propuesto por los diseñadores.
La casa, que originalmente estaba pensada hacia adentro, se abrió a la zona de la piscina, donde se encuentra la mayor entrada de luz. Se cambiaron todos los herrajes de las ventanas para que estas se pudieran abrir completamente al exterior, y en la primera planta se diseñó un cálido y colorido bosque de orquídeas para aprovechar de una manera creativa los pasos interiores.
Para el piso se usó mármol travertino que aporta frescura al espacio. En el área social destaca un estilo sobrio y moderno a través de objetos como el tapete de piel de vaca de la compañía brasileña.
Artefacto, los sofás de Antonio Citterio tapizados con un paño gris neutro y la clásica mesa de centro de Le Corbusier. En esta zona sobresalen dos sencillas columnas, de las cuales una es el resultante de eliminar unos muros que la compartimentaban. “Nosotros decidimos repetirla y redondearlas, de tal manera que generan un vértice visual alrededor del cual fluye el espacio”, asegura Jiménez.
Las dos lámparas que cuelgan del techo fueron diseñadas y fabricadas por los arquitectos. Su estructura las convierte en una moderna escultura de luz que recorre toda el área de la zona social e integra sutilmente los dos niveles de la casa.