Moisés Esquenazi, transformador de espacios
Texto: Margarita Barrero. Fotografía: Archivo particular. / junio 3 - 2014
“Cuando comencé a trabajar en arquitectura era como jugar en el estudio de mi abuela con varios materiales, pintando y armando modelos”, recuerda Moisés Esquenazi, desde su oficina en Nueva York.
Lo dice porque creció en Bogotá rodeado de artistas, en el espacio en que Maruja Shaio, su abuela artista, lograba sus trabajos. Allí, él junto con su padre construía modulares, ferrocarriles y ciudades.
Su familia se mudó varias veces y eso lo influenció. En una de esas casas, en la setentera, blanca y moderna que quedaba en Suba, decoró su cuarto por primera vez: hizo camas en «L» y plataformas cubiertas en tapete con huecos para esconderse.
Pese a que guarda una herencia rusa, siria, búlgara y turca, y a que se fue a vivir a los 12 años a Estados Unidos, hoy no hay país con el que se identifique más que Colombia.
En Florida sintió el llamado del arte y terminó en un internado de Connecticut en el que le hablaban de espacio, de volúmenes, de arquitectura.
Su mejor amiga, a los 13 años, era una cámara Nikon, que le regaló su padre y que todavía usa. “No sabía ni siquiera a qué debía tomarle fotos, pero aprendí la técnica y empecé a explorar, abría el lente para jugar con la luz, quería conocer lo que no podía ver con el ojo humano. Mi reto era incorporar lo que sentía ”, explica.
Aunque convertirse en arquitecto no pagaba en la época de su padre, esa pasión, que mantuvo viva, se la transmitió a Moisés: “Estudié arquitectura por unos años en Nueva York, era muy intenso y en ese momento me pareció que tenía que hacer una carrera más amplia y tuve la buena fortuna de diseñarla como quise, con temas de percepción visual, sicología, arquitectura y cine”, afirma.
Al terminar sus estudios trabajó en España con Almodóvar, luego volvió a Nueva York a adentrarse en la animación durante cuatro años. Allí comenzó a crear renders superrealistas de proyectos residenciales, cautivado de nuevo por el diseño y la arquitectura. “Aprendí de expertos talentosos como Jeremy Railton”, afirma.
Sin embargo, no abandonó el cine y estuvo en la parte creativa de la producción en California. Trabajó en Hollywood en el desarrollo de guiones y cuentos, en lo que él llama «una fábrica de películas», de la que se hartó. Paralelamente remodeló algunas casas en Palm Springs y Los Ángeles. Esa fue su puerta de escape para mezclar sus conocimientos de fotografía y diseño, “las vendía amobladas y podía crear lo que yo quisiera, incluso he diseñado muebles y mis objetos atraen porque mezclan diseños modernos con materiales clásicos”, manifiesta.
Creación en el Central Park
Un abogado necesitaba nueva vida para su apartamento, construido en 1921, así que Esquenazi, junto con la firma de arquitectos Workshop APD, le dio una nueva distribución, pero conservó los pisos de madera: “Se cambiaron unas paredes, se sacaron los acabados, se cableó, se cambió la plomería y se logró una mezcla de lo moderno con la calidez, sin ser minimalista”, asegura.
En la entrada había un hall pequeño y a la derecha quedaba una cocina mínima, que llevaba a un cuarto y al baño de emergencia, ubicado al lado del cuarto principal. Al final estaba la sala con las ventanas de frente al parque.
Por su ubicación, al frente del Central Park, la vivienda tiene una importante entrada de luz que se estaba desaprovechando. Con el cambio, el cuarto principal y la sala quedaron con vista al parque. Para lograr esto se derribaron algunos muros y se le dio otra distribución a la sala, al igual que a los cuartos a la entrada, además, la cocina se amplió y el cuarto más pequeño se convirtió en una oficina con puerta corrediza, por si hay huéspedes. Justo al lado se halla otro hall, un punto de conexión que une ese cuarto con el baño de emergencia y con la habitación principal.
El material que se destaca en la remodelación es la madera, de diversos tonos: la del piso de un café negro y el resto, gris con toques habanos. Sobresale igualmente la biblioteca de la sala en bronce oscuro y el lino que cubre las paredes del cuarto principal. Las resinas están presentes en las cocinas, los baldosines verdosos de los baños y los pisos de teca.
La altura, de unos tres metros, se respetó, al igual que las vigas de acero que están pintadas de blanco en el techo de la sala. El resultado, volúmenes distintos y ampliamente iluminados. Moisés Esquenazi, transformador de espacios