Luz…
Nombre de una mujer latina.
El título de una canción en la que cantan Kanye West y Rihana
En inglés, light: la misma palabra que se utiliza para hablar de bebidas ligeras.
Un fenómeno físico.
Un acto comunitario.
La luz alimenta la relación entre la gente y el medio ambiente.
Es este el statement del que parte un alquimista moderno, un holandés que los medios han proclamado artista, sin saber que las únicas etiquetas que realmente le hacen justicia a sus actos transgresores son las de creador e innovador. Dan Roosegaarde, es el músico que lleva el compás principal en el Studio Roosergaarde, un espacio en el que tecnología y arte se mezclan para hacer del planeta un mejor lugar. Roosegaarde es la mente y las manos creativas detrás de proyectos como la pista de baile que genera energía para alimentar el bar en la que se encuentra, la pintura oscura que ilumina caminos de maneras sustentables y más recientemente de CRYSTAL, una obra que, precisamente, usa la luz como la más expedita y bella forma de social media.
Pequeños cristales geométricos hechos de sal, con luces LED incrustadas en su interior, las cuales son reactivas al medio ambiente y al toque del humano, se convierten en el abecedario, en la sutil caligrafía a partir de la cual la gente puede compartir sus historias.
Luminiscente, cada uno de estos fragmentos, que brilla y se enciende al ser tocado o reaccionar con otro cristal, se convierten en piezas puestas a disposición de un narrador -el público- que las organiza y las conecta para crear con ellas formas y figuras, palabras y frases completas.
Luz, juego, narraciones colectivas. El humano es simple, los medios se transforman, se hacen más robustos técnica y tecnológicamente, pero al final bastan elementos muy sencillos para cautivar su atención y ponerlo en situación de juego. Es, precisamente, propiciar el juego y la interacción social análoga uno más de los propósitos de estos Crystals deRoosergaarde, quien incluso los ha bautizado como “el Lego de Marte”, una nominación que no solo hace referencia a su carácter innovador y futurista, sino al acto de divertirse inmersos en una interacción social con nuestros pares.
Kastanjelaan 500, 5616 LZ Eindhoven
Holanda.
Es allí, en un lugar llamado Natlab, un viejo warehouse en una zona industrial de Eindhoven, el cual fue centro de estudio de Einstein, lugar de ensayo de Phillips y espacio de exhibición del primer CD-ROM, donde reposan hoy, para el deleite de los transeúntes, estos cristales luminiscentes, los cuales, puestos sobre una suerte de tapete magnético se mantiene en constante carga, para que cuando la noche viene y se impone, estos fractales de luz puedan cumplir con su función romántica, poética, social y lúdica.
Son estos los Cristales de Roosergaarde, una suerte de social media de una naturaleza análoga y resplandeciente, que se inscribe como una declaración de que podemos volver a ser sociales en las calles y con los otros y no solo sumergidos entre pantallas y avatares.