La responsabilidad ecológica del diseño contemporáneo busca que los productos que se fabrican y se comercializan reduzcan al mínimo su impacto en el medio ambiente sin sacrificar su apuesta estética. Sin duda, esto ocurre con la silla Favela creada en 1991 por los hermanos brasileños Fernando y Humberto Campana para la destacada firma europea de mobiliario Edra.
Esta pieza tradicional se fabrica con recortes de pino –el mismo material con el que se levantan las chabolas en Brasil– que son clavados unos a otros de manera manual usando puntillas. En el libro 1000 New Eco Designs, de Rebecca Proctor, se afirma que, justamente, “a esta característica se le debe que su diseño sea diferente, como las barriadas de las que toma su nombre”.
Por su parte, los hermanos Campana han expresado que la Favela “ilustra una forma desenfadada de hacer una silla, a partir de trozos de madera, sin seguir regla alguna o ceñirse a un plano cartesiano”.
Y en su estructura se aprecian características del diseño sostenible ya que se aprovechan materiales locales para permitir el ahorro de la energía y la reducción de elementos de embalaje, así como una buena gestión de recursos tanto en el uso de la madera como en su proceso de fabricación.
Encontrarles vida nueva a materiales que sobran o que están en desuso para configurarlos como piezas de diseño es uno de los principios rectores que enmarca el trabajo de los hermanos Campana: “Creamos nuestros tesoros a partir de la escasez y estamos decididos a encontrar soluciones que proporcionan nobleza a materiales de lo más vulgares”, es una afirmación del dúo brasileño que está consignada en el libro Los diseñadores hablan sobre el diseño.
Su inspiración es la diversidad y el caos de Brasil, desde su riqueza y sus paisajes hasta su pobreza y sus problemas urbanos. Ambos son tremendamente experimentales y, durante su proceso de diseño, hacen varios intentos antes de terminar un objeto. “Siempre decidimos que crear es aprender a hacerle frente a la frustración”.
Fernando, formado en diseño y arquitectura, aporta su capacidad y creatividad, y es el conocedor de la técnica, mientras que Humberto, que estudió leyes, tiene la sensibilidad para generar la emoción de sus diseños. Ambos logran un trabajo plástico más artístico que funcional. Y su vanguardia se fundamenta en que desarrollan productos con materiales locales y combinan la tecnología con la artesanía convencional. Uno de los momentos decisivos de su carrera ocurrió 12 años atrás con la exposición Project 66, presentada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, bajo la dirección de Paola Antolleni.