Este año fue una oportunidad para reforzar las marcas de diseño colombianas
Ramon Nivia / diciembre 16 - 2020
Durante varios meses estuvimos encerrados en nuestros hogares. Esta situación atípica, incluso algo bizarra, hizo que muchos replanteáramos la casa y las formas como la habitamos. ¿Es esta la silla ideal en un mundo donde la oficina se traslada al ámbito personal? ¿Necesito un tapete para darle más calidez a la sala durante el día? ¿Esta lámpara cumple con mis necesidades lumínicas? Así surgieron miles de interrogantes que, de no haber sido por la pandemia, quizá no los hubiésemos planteado.
Para suplir estas necesidades de la «nueva normalidad”, los colombianos centraron sus miradas en el mercado local con el objetivo de apoyar e impulsar la economía nacional.
Las personas estaban ávidas de un producto con identidad propia. Así, diversos diseñadores que tuvieron que cerrar sus estudios y talleres por obvias razones, vieron una oportunidad para evolucionar. «Por la cuarentena, la materia prima, en mi caso la madera, no se podía adquirir. Esto me hizo reconsiderar la forma, el diseño. A partir de esto reusé el material que tenía en mi taller”, explica el diseñador industrial bogotano Camilo Rodríguez Márquez, fundador de CarmWorks Studio.
«Lo que podría parecer una limitación se convirtió en ventaja. El bogotano comenzó a crear piezas a partir de los requerimientos de sus clientes y de los elementos a disposición, situación que lo llevó a tener un portafolio más robusto si se compara con el año pasado. «Estos nuevos objetos no nacieron
de una necesidad comercial». Por su parte, el administrador de empresas y diseñador samario Rafael Zúñiga, fundador de la firma Tucurinca, cree que este boom por lo local se debe a que «la gente busca productos nacionales porque manejan precios competitivos y, además, ofrecen un buen estándar de calidad. Tenemos la oportunidad de trabajar en un país donde las personas saben hacer con las manos y por eso ocurre este fenómeno del diseño artesanal contemporáneo”.
A lo anterior, la diseñadora de producto antioqueña Camila Pardo Gómez, fundadora de la empresa Oficio, agrega que «la pandemia nos ha hecho mirar hacia adentro en muchos sentidos, desde la forma como nos comportamos y reaccionamos hasta cómo consumimos.
Volcarnos a marcas locales se conecta con una inversión consciente que aporta al medioambiente y al beneficio social de las comunidades cercanas”. Además, comenta que «las personas se toman más tiempo en escoger objetos con valores y aspectos que se alineen con su estilo de vida, son más reflexivas en cuanto al origen y forma de fabricación”.
Respecto a las redes de distribución, Rafael Zúñiga agrega que «la pandemia no afectó la forma y función de nuestros productos, sino que modificó los canales y las maneras de vender. Hemos migrado a un mercado más de hogar y por medios cada vez más digitales”. Para Camilo Rodríguez, este año trajo un cambio en ese aspecto: «Planeaba tener una vitrina más amplia, pero con los cierres me planteé la alternativa de llevarle una muestra al espacio del cliente, para que la pruebe en su hogar. Nació algo más experiencial”. Así logró lo que podría considerarse contradictorio en una cuarentena, una relación más cercana con las personas y sus necesidades.
Y aunque surgió antes de la pandemia, esta situación extrema hizo que la iniciativa Unidos, que reúne el trabajo de ocho firmas nacionales –Del Portillo, Vrokka, De la Rocha, Kret, Houd, Moblar, Vida Útil y Folies–, tomara más fuerza y sentido. «Nos dio la oportunidad de afianzar todo el discurso y darnos cuenta de que la idea es crear bienestar en general. Entre todos podemos ser competitivos y a la vez agremiarnos”, dice el diseñador industrial. David del Portillo, fundador del estudio Del Portillo.
Otro factor por destacar, según Camila Pardo, es cómo el público ahora valora cada vez más la sostenibilidad: «»Es nuestra responsabilidad, como marcas, ser transparentes con el proceso, poder rastrear y comunicar al consumidor toda esa cadena de valor, desde el origen de la materia prima» hasta los desperdicios que se generan. No es tarea fácil, pero vale la pena». Finalmente, esta cuarentena llevó a varios diseñadores a buscar su lenguaje, «a reflexionar, a dejar un poco de lado las referencias internacionales. Con esto podremos llegar a tener un verdadero diseño» colombiano, concluye Camilo Rodríguez. ✱»