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Vanguardia renovable

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mayo 26 - 2014
Vanguardia renovable
Unos contenedores y una fachada elaborada con pallets son los principales elementos de un vanguardista diseño autosostenible del estudio de arquitectura james&mau, integrado por un español y un colombiano.

Fundado en 2007 por el español Jaime Gaztelu González-Camino y el colombiano Mauricio Galeano Escobar, el Gabinete de Arquitectura James & Mau creó un año después un ambicioso proyecto. Se trata de la constructora Infiniski, que funciona en Chile y España y cuyo objetivo corresponde a la necesidad de cuidar el medio ambiente y gastar para ello el mínimo de recursos: crear inmuebles autosostenibles basados en sistemas arquitectónicos modulares hechos con materiales reciclados.

Según explican los arquitectos, se trata de “diseño bioclimáticos, reciclaje, reutilización y reducción de materiales de construcción, materiales y sistemas constructivos no contaminantes, utilización de energías renovables”. En efecto, Infiniski incorpora a sus proyectos de hogares verdes sistemas de energía renovable que van desde la energía geotérmica (la que se obtiene mediante el aprovechamiento del calor del interior de la Tierra), fotovoltaica (la que se obtiene a través de paneles fotovoltaicos que reciben la radiación solar) y eólica (la que se obtiene a través del viento o llamada también cinética al ser generada por efecto de las corrientes de aire). Además, también emplea vidrios termopanel que son altamente resistentes, por ejemplo a las granizadas, y excelentes aislantes del ruido exterior, así como también de las temperaturas. Y todo, con una clara postura ideológica: “No es por el cambio climático. Es porque nunca he sido capaz de dejar restos de comida en mi plato”.

La Casa Manifesto es uno de sus experimentos más exitosos en ese sentido, no sólo porque cumple con sus objetivos a cabalidad sino porque además lo hace consolidando un diseño arquitectónicamente vanguardista. Ubicada en lo alto de una colina en Curacavi (Chile), como si se tratara de una antigua fortaleza, su explicación es novedosa de entrada: su estructura consta de tres contenedores marítimos abandonados por alguna naviera y reutilizados ingeniosamente. Uno de ellos se dividió en dos partes y sirve como soporte de los dos contenedores de la planta superior, “conformando una estructura con forma de pórtico que crea un espacio inter-contenedores que genera una superficie extra en la que se dispuso la zona social, de manera que con sólo tres contenedores de 90m2 se consiguen 160m2: así se reduce cuantiosamente el uso de material. A su vez, el pórtico se desplaza ligeramente hacia un costado para crear un espacio exterior que se convierte en una terraza”, explica Galeano, graduado de la Universidad de Los Andes en 1996.

Otro de sus elementos vanguardistas es la fachada. Los arquitectos explican que “se utilizaron dos tipos de piel: una a base de lamas de madera horizontales fijas y otra de pallets móviles, que son unas pérgolas que se pueden abrir de manera individual para controlar la radiación solar. Esa piel es una ligera malla que se puede quitar y poner según la estación del año y sirve a la vez como acabado estético que se integra en su entorno rural”.

A través de esas pérgolas, la casa está abierta por los dos lados, cada uno de ellos con tratamientos diferentes: en un lado la disposición de los pallets es uniforme y mantiene su aspecto natural, mientras que en el otro se alternan en horizontal y perpendicular y están pintados de blanco. “Las pérgolas permiten controlar la entrada del sol directo a través de los ventanales. En el invierno se levantan al máximo para permitir la entrada del sol y generar un efecto invernadero en el interior. En verano se bajan más o menos dependiendo de la hora del día y de la temperatura exterior para un efecto de ventilación natural”, explican y añaden que “es como si la casa de vistiera y se desvistiera según el clima”.

En el interior, se aprecia la chapa metálica de los contenedores y una escalera en el centro de la casa que domina el espacio. En este punto es importante mencionar el cerramiento interior, conformado por un aislamiento de celulosa reciclada y acabada con paneles ecológicos de fibra de celulosa y yeso. “Con estos elementos de aislamiento térmico pasivo”, explican los arquitectos, “sumados a la incorporación de tecnología de energías alternativas (paneles térmico solar), la casa logra una autonomía energética del 70%”.

Con la Casa Manifesto, los arquitectos de james&mau avanzan en la creación de una arquitectura conciente medioambientalmente que no descuida los intereses estéticos que deben ser parte de todo ejercicio de diseño.

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