“Menorca (España) nos enseña a valorar lo esencial”, afirma Juana Vilafranca, la mente y el corazón detrás del Hotel Rural Sant Ignasi. Esta frase es la declaración de una filosofía que se respira en cada rincón de esta finca histórica del siglo XVIII, convertida hoy en un espacio íntimo donde la elegancia silenciosa y la autenticidad se dan la mano.

Ubicado a las afueras de Ciutadella, y rodeado de un bosque de encinas centenarias, Sant Ignasi es más que un hotel, es una forma de vida. Fue en 1998 cuando Vilafranca, amante profunda de su tierra natal, transformó la antigua casa de vacaciones de la aristocracia menorquina en el primer hotel rural de la isla.

Su visión era rescatar el espíritu original de la finca y ofrecer una experiencia que celebrara la cultura, el paisaje y el ritmo de vida de Menorca, sin estridencias.

Diseño que dialoga con el entorno

El proyecto, liderado personalmente por Vilafranca, destaca por una estética serena y profundamente conectada con el territorio. En su apuesta por la coherencia estética y ética, la propietaria se rodeó de colaboradores que comparten su sensibilidad, entre ellos el multipremiado paisajista Álvaro de la Rosa Maura, quien diseñó un jardín que honra la flora autóctona y convierte al bosque que abraza el hotel en un escenario vivo de contemplación y arte.

Para de la Rosa la planta es un ser vivo distinguido, un material inédito. La mirada artística impregna cada sendero y cada sombra de este espacio. Por ejemplo, las esculturas de gran formato, dispersas entre el jardín y los espacios comunes, son piezas únicas seleccionadas para armonizar con la atmósfera tranquila del lugar.

Sobre el interiorismo y los materiales del hotel

El interiorismo, a cargo de Vilafranca, es una declaración de principios: materiales nobles, manufactura local y marcas conscientes como Let’s Pause, cuya firma diseña mobiliario e iluminación realizados con fibras naturales y procesos sostenibles.

Además en los espacios también se integran cabeceros tejidos a mano con fique, lámparas que tamizan la luz con delicadeza y mesitas de barro cocido que dialogan con la rusticidad del entorno. De este modo cada pieza tiene alma, historia y una conexión genuina con la isla. Para evocar la arquitectura tradicional, se empleó piedra de mar, cal, madera pintada de color verde olivo.

Estos detalles son un lujo que acompañan la experiencia al habitar el espacio. En coherencia con su propuesta integral, el hotel acoge al restaurante Smoix, liderado por el chef Miquel Sánchez, cuya cocina —reconocida con una estrella Michelin— es un homenaje contemporáneo a los sabores del Mediterráneo. Con ingredientes de kilómetro cero y menús que cambian con las estaciones, cada plato se convierte en una celebración de la tierra y del momento presente.

La experiencia en Sant Ignasi no termina en el descanso. El hotel ofrece actividades culturales, talleres artesanales y rutas naturales para quienes deseen conocer Menorca desde su raíz. En esta obra se aprecia que la belleza es también una forma de vida.