Un cubo de madera en medio de una isla que sirve para interactuar con el entorno
Vía V2com / agosto 11 - 2025

Ubicada en lo alto de una zona rocosa en una isla remota, en Notre-Dame-du-Laus, Quebec, Canadá, la instalación de arte público Faire le vide se extiende por el paisaje del Parque Regional de Poisson Blanc. Como primera de una serie de intervenciones artísticas en las islas del parque, el proyecto, diseñado por la firma Poisson Blanc, busca transformar el embalse en un destino al aire libre y en una experiencia cultural.

La obra adopta la forma de un cubo de madera: un exterior minimalista, casi monolítico, que esconde un interior esculpido con curvas fluidas y texturas intrincadas. Esta propuesta ganadora de un concurso de diseño, fue concebida por un equipo compuesto por el artista y arquitecto Luca Fortin y Atelier mock/up.

Para la propuesta del diseño de este proyecto se tuvo una sensibilidad hacia el lugar, y de esta manera el monolito fue diseñado para integrarse a la perfección en su entorno. Accesible únicamente por agua —en canoa o kayak—, la instalación se revela como un secreto enclavado en el embalse. Vista desde el lago, su forma y materialidad actúan como un sutil punto de referencia, invitando a la curiosidad y animando a explorar la Isla número 22.

Las limitaciones del sitio se convirtieron en oportunidades para la innovación en el diseño. La estructura, totalmente prefabricada fuera del sitio, se instaló sin el uso de maquinaria pesada. Cada losa de madera se transportó en barco y luego se cargó y ensambló a mano. Faire le vide se diseñó y ubicó deliberadamente para minimizar su impacto en el afloramiento rocoso y el paisaje circundante.

El diseño de la obra
Fabricada en cedro laminado y fresada con CNC, la estructura se ensambló pieza por pieza en obra. En la obra surgen dos geometrías distintas: una carcasa exterior ortogonal y una cámara interior de expresión orgánica.

Mientras tanto, las paredes exteriores están revestidas con listones verticales que evocan la postura erguida del bosque circundante, mientras que el interior conserva las marcas dejadas por la fresadora, por ejemplo, las texturas que evocan las ondas del viento en la superficie del agua.

Estas trayectorias son el resultado de una meticulosa experimentación, donde ranuras y estrías demuestran cómo los procesos industriales pueden reinventarse para crear experiencias perceptivas y poéticas.

Faire le vide es un encuentro entre el lugar y la artesanía, donde el arte y la fabricación se entrelazan. Teje un diálogo entre el gesto, la materia y el ritmo del paisaje: un umbral entre lo visible y lo invisible que celebra la poética del lugar y el tiempo.

La obra nos recuerda que el arte puede surgir donde menos lo esperamos: en un recodo del camino, en una isla aislada, entre dos respiraciones. En la simplicidad del momento presente, revela su poder para transformar nuestra percepción del mundo.