Un apartamento bogotano que integra en su renovación la calma de la montaña
María Juanita Becerra / agosto 21 - 2025

Este apartamento de tres niveles, ubicado en los cerros orientales, ahora se vincula visualmente con la naturaleza que lo rodea gracias a una modernización de la vivienda bogotana, en la que los espacios domésticos se concebían —por lo general— únicamente en función del interior. “Aprovechando que es un penthouse, lo transformamos por completo para que se conecte con el paisaje de la cordillera y la ciudad”, explica el arquitecto Fidel Mendoza, autor del proyecto.

Para lograrlo hubo que concentrar grandes esfuerzos en torno a los aspectos espacial y constructivo, debido a que el diseño original presentaba un exceso de muros divisorios tanto en el interior como en el cerramiento del edificio.

“En la tercera planta, por ejemplo, donde es posible admirar las imponentes vistas de Bogotá, había muros perimetrales y pocas ventanas; por este motivo, decidimos emprender una tarea difícil pero necesaria: demoler las paredes que formaban la esquina más importante en cuanto a las visuales, para instalar una puertaventana de extremo a extremo”, manifiesta Mendoza.

Lo anterior implicó llevar a cabo una obra civil significativa, que consistió en sostener temporalmente la cubierta por medio de una estructura metálica desmontable —cuyo nombre técnico es sistema de apuntalamiento— y, simultáneamente, construir una nueva estructura aporticada, que permite incorporar una envolvente de vidrio.

La renovación del apartamento
El resultado salta a la vista: el antiguo ático —poco iluminado y en apariencia estrecho— se convirtió en un amplio estudio rodeado de vegetación y de un mosaico de texturas ocres y terracota, el Pantone que caracteriza el skyline bogotano.

Así mismo, un muro circular que anteriormente abrazaba las escaleras, que subían del primer al segundo piso, le dio paso a una ventana larga, con lo que ahora estas escaleras también se hallan rodeadas de árboles y montañas. “Aquí hay que destacar el hecho de que tuvimos unos buenos vecinos, pues nos permitieron hacer este tipo de modificaciones y otras igual de significativas, que si bien no afectan la estética del edificio, sí conllevan cambios”.

Mendoza se refiere a la intervención sobre una de las zonas comunes, el acceso desde el ascensor al apartamento, que se renovó con el fin de crear un cálido zaguán inspirado en la obra del arquitecto mexicano Luis Barragán —Premio Pritzker de Arquitectura en 1980—. “No creo en las tendencias, creo en el diseño que trasciende el tiempo, que es atemporal, como las arquitecturas de Barragán y de Álvaro Siza —arquitecto portugués—”.

Del primero tomó como referencia el uso del color —como el rojo carmesí del enchape del baño social, que emite un halo azafrán en los días más soleados—, y la creación de espacios de bienvenida, como el vestíbulo de la entrada, que está revestido de madera natural e iluminado a través de una luz tenue y cálida.

Del segundo hay algunos guiños, como utilizar planos horadados o extruidos con el propósito de enmarcar visuales valiosas. Por ejemplo, en la escalera principal el antepecho presenta una abertura rectangular en el borde inferior, que el arquitecto creó deliberadamente con el único fin de resaltar una vista hacia el exterior.

Por otra parte, se modificó la distribución de la zona social buscando articular el estilo de vida de sus habitantes con la arquitectura. “Para ellos, la cocina es fundamental. Disfrutan cocinar en familia, por lo que debía ser espaciosa y capaz de albergar electrodomésticos de gran tamaño, como la cubierta y la campana que se instalaron”. La solución, basada en la integración entre la cocina y el comedor mediante el uso de una paleta de materiales homogénea, resultó bastante adecuada para este propósito.

El propietario se encargó de escoger el mobiliario y la decoración —con la guía del arquitecto—. “Más que una labor curatorial sobre los muebles y las obras de arte, brindé una asesoría, respetando los gustos e intereses del cliente, con quien nos hicimos buenos amigos durante la remodelación”.

De esto se concluye que una buena arquitectura no depende de cuán grande y majestuosa sea, sino de su capacidad para ofrecer bienestar, alegría, e incluso propiciar la amistad. Esas son premisas atemporales.
Cinco puntos para destacar de esta obra
1. Elementos propios del oficio del propietario se incorporaron a la decoración.
2. Al utilizar los retazos de mármol que resultaron de la demolición, crearon un acabado tipo terrazo en el baño principal.
3. Para los revestimientos del zaguán y los muebles que componen la carpintería arquitectónica usaron madera flor morado.
4. El mármol blanco está presente a lo largo y ancho del apartamento, pero dispuesto de diferentes formas.
5. “¿Cómo llevo los cerros orientales al apartamento?”. Esa fue la primera pregunta que se hizo el arquitecto cuando recibió el encargo.