La quietud del paisaje se posa en esta casa antioqueña
María Juanita Becerra / julio 28 - 2025

El paisaje natural del oriente antioqueño, tallado por numerosos ríos y surcado por verdes montañas, es la inspiración para esta casa de 900 metros cuadrados que se percibe masiva y ligera a la vez. Vista desde su fachada principal —abierta hacia la falda de la colina sobre la que se construyó—, la vivienda es transparente y liviana, mientras que desde una toma aérea se torna masiva.

“Ahí reside, justamente, el mayor desafío: abarcar la totalidad del programa sin afectar la arquitectura, en el sentido de que esta es una casa en el campo, por lo que una relación armónica con la naturaleza es fundamental”, comenta el arquitecto Andrés Uribe Mesa, autor del proyecto.

Uribe Mesa, pensando en las condiciones del lugar y la necesidad de cumplir con el programa arquitectónico, ideó una solución basada en la segregación funcional de los ambientes mediante tres volúmenes independientes.

El primero está destinado al ámbito social, que incluye sala, comedor y cocina integrados junto a un gran deck —compuesto por una piscina y zonas de permanencia— que se extiende hacia el entorno natural; el segundo lo forman cuatro habitaciones, y el tercero es el módulo de servicios, que contiene otra alcoba y cuatro parqueaderos. Los tres, aunque independientes, se conectan por medio de puentes, y sus espacios intersticiales se convirtieron en jardines sembrados con variedad de plantas nativas.

La vegetación, que crece tanto en los jardines como alrededor de la casa, acaba componiendo un segundo paisaje, uno más próximo a la domesticidad de la vivienda. La naturaleza que la envuelve se convierte en telón de fondo para la cotidianidad de sus habitantes y huéspedes.

“De esta manera, preservamos también su intimidad, sin que esto signifique construir límites físicos, los cuales impactan negativamente el entorno y contradicen uno de los propósitos más importantes del proyecto, que es vivir en medio de la naturaleza”, señala el autor del proyecto.

El concepto arquitectónico, basado en la mezcla entre geometrías puras y materiales orgánicos, se refleja en el predominio del eje horizontal y el empleo de madera en el revestimiento de las fachadas de los dos volúmenes principales: la zona social y las habitaciones.

Sin embargo, esta madera presenta una serie de particularidades, como la aplicación de la técnica japonesa shou sugi ban, con la que se busca preservarla mediante la quema de su superficie, cuyo resultado final le confiere un pigmento atezado, así como la sensación de liviandad que transmiten los listones.

“Esta experimentación formal y material que toma como referencia la arquitectura del Japón se deriva de una intención clara: contrastar lo menos posible con el paisaje y procurar ser uno solo con él”, añade Uribe.
Más de la arquitectura de la casa
A diferencia de los dos primeros, el módulo de servicios es de apariencia pétrea, como una roca que se alza en el terreno, y dado que acoge múltiples funciones, su diseño obedece a criterios técnicos. A pesar de que su materialidad es distinta a la de los volúmenes principales, no se percibe como una pieza aislada, sino como parte de un todo gracias a la abundante vegetación que los aúna.

Así como las formas rectangulares y la madera del revestimiento evocan la arquitectura nipona, el interior revela una estética modernista y cálida. “Modernidad no es igual a minimalismo, como a veces se confunde. Un ambiente moderno y acogedor es posible por medio de la exaltación de los materiales ricos en texturas; por ejemplo, el piso utilizado en el interior semeja la piedra natural y los techos de la zona social están forrados en madera”, explica. Además, ningún muro es blanco: todos están pintados de un tono crudo para hacer la atmósfera más cálida.

Por otro lado, los elementos estructurales son prácticamente imperceptibles debido a que están contenidos en los muros, lo que permite que el espacio fluya sin interrupciones. Tratándose de una casa volcada hacia el paisaje exterior, esta es una condición importante, incluso necesaria, pues ¿qué sería de las visuales si una o más columnas estuvieran en medio?

Dentro de este contexto también cabe resaltar que una parte de la casa parece flotar sobre el terreno, imagen que resulta de una diferencia de nivel de cerca de 20 metros. “Habríamos podido construir el desnivel para aprovechar esa área —en apariencia— desperdiciada, pero preferimos mantener el deck en voladizo para que el bloque de la zona social tuviera un carácter ligero y no pesado”, sostiene.

Finalmente, la iluminación fue un asunto clave: “Más que definir los puntos donde debía haber luz, buscamos crear atmósferas, efectos lumínicos que dependen de la actividad y de las necesidades de cada espacio”, asegura. En esta casa convergen la lógica espacial y la calidez material, en medio de un paisaje que pocas arquitecturas consiguen honrar.
Cinco puntos para destacar
1. La madera de los recubrimientos exteriores se trabajó mediante una técnica japonesa que potencia su resistencia e inmunidad.
2. El desnivel, de aproximadamente 20 metros, se aprovechó con un deck en voladizo que genera una sensación de ingravidez.
3. Una serie de jardines atraviesan los tres módulos que componen la casa.
4. El diseño de iluminación está orientado a crear atmósferas cálidas, no solo a ofrecer soluciones prácticas.
5. Gracias a su materialidad pétrea, en algunas horas del día los muros del módulo de servicios se transforman en lienzos sobre los que se proyectan sombras.