El arquitecto Jean Verville continúa sus reflexiones sobre los espacios domésticos compactos transgrediendo la estandarización. Desafiando la hipótesis inicial de la falta de espacio, el arquitecto optó por restar áreas de piso a favor de la calidad espacial. Al mismo tiempo, comprimido y fragmentado, estratificado y sin obstrucciones, la superficie habitable disminuye de 88 m2 a 64 m2 al explotar intensamente la densificación de los espacios.
De naturaleza gráfica y haciendo malabares con la emblemática figura triangular del marco A, el arquitecto expresa las formas geométricas con el fin de ofrecer un impulso interno al proyecto, manteniendo al mismo tiempo una firma de minimalismo asumida. La cabaña, construida en la década de 1960 en Canadá, presenta la forma característica de una construcción en forma de A. Una vez que el interior fue demolido y la estructura completamente despejada del interior, el arquitecto explota la forma estructural triangular rechazando la monotonía de una organización espacial preestablecida para desarrollar un nuevo diseño que proporcione una sensación relajante para este retiro familiar lejos del frenesí urbano.
A partir de estas opciones, se origina un plan rítmico, que da como resultado un acondicionamiento espacial compacto que proporciona equilibrio y coherencia en la rehabilitación y ofrece mucho más en calidad de la que pierde en cantidad. La sala de estar abierta a la naturaleza está junto a un área de cocina compacta que goza de espacio libre desde la escalera, así como la doble altura de la estructura. La guarida de las niñas ofrece una gran plataforma de almacenamiento debajo de las camas, siempre lista para recibir a los amigos, duplicada con un rincón de lectura ubicado en un nicho triangular.
Esta habitación vestida en madera, revela un lugar fascinante dedicado enteramente a juegos infantiles lejos de los espacios de la planta baja. jugando con escalas ingeniosamente, Verville logró aumentar la percepción de la profundidad visual mediante la explotación de los límites y las aberturas para dibujar admirablemente parte de la densidad de este espacio. Una ventana situada en el piso del dormitorio principal realza el brillo del área de la cocina a continuación, mientras que ofrece una vista del lago desde la cama optimizando las vistas de la naturaleza circundante.
Dejando el pensamiento matemático de un lado, el arquitecto vuelve a dibujar un conjunto volumétrico gráfico unificado por el negro. Las restas aplicadas a las cuatro elevaciones perforan nuevas aberturas apuntando a veces al lago y otras veces al cielo, para conversar mejor con el paisaje.